Exministro Alberto Trejos: ‘Sin reforma a empleo público, no hay acuerdo con el FMI’

Advierte de que, si el país frena la ruta del saneamiento fiscal, la deuda pública seguirá su tendencia explosiva

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El economista y académico Alberto Trejos, exministro de Comercio Exterior (Comex), advierte de que el país no puede frenar la ruta trazada para equilibrar las finanzas públicas, pues “estamos muy lejos de solucionar el problema”.

De lo contrario, dijo, la deuda pública (de ¢25,7 billones en mayo pasado) continuaría con su sendero explosivo.

En su criterio, la reforma al empleo público es imprescindible por tres razones: es una condición explícita del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), su impacto cuantitativo es muy grande y atiende el origen del problema.

Trejos le reconoce una buena labor al Ministerio de Hacienda en la contención del gasto y en la recaudación, que permitió alcanzar un superávit primario de ¢150.000 millones en mayo pasado, pero señala que las buenas cifras apenas sirven para enterarse de que el plan de saneamiento fiscal funciona y tiene que terminar de ejecutarse.

-¿Qué tan cerca o lejos está el país de resolver su crisis fiscal?

- Depende de qué hacemos. Si solo se alcanza lo hecho hasta ahora, que es básicamente la reforma del 2018 y su implementación, sin lograr el acuerdo con el Fondo (Monetario Internacional), ni una ley importante como la de empleo público para contener el desorden que ha ocurrido en los salarios públicos, entonces, estamos muy lejos de solucionar el problema. El problema no sería manejable.

Incluso, ya con los vencimientos de deuda que se vienen para finales de este año y principios del próximo, tendríamos problemas.

Se han tomado pasos importantes. El éxito que ha tenido el Gobierno en los últimos meses en contención de gasto y en unos meses más de implementación de la reforma tributaria, generan unos números que permiten pensar que podemos cumplir el acuerdo del Fondo, pero todavía necesitamos el acuerdo y aún necesitamos cumplirlo.

- Que básicamente es cumplir con la agenda legislativa contemplada en el acuerdo con el FMI, la cual no avanza mucho en el Congreso, salvo empleo público.

- Para cumplir el acuerdo hacen falta dos cosas. Una es aprobar la legislación que viene explícitamente mencionada en el acuerdo. El elemento trascendental ahí es la ley de empleo público. Sin ley de empleo público, no importa qué digan los números, no hay acuerdo.

La segunda cosa importante de lograr son los números fiscales e indicadores financieros que vienen comprometidos en el acuerdo, en ese caso, por la vía que sea. Obviamente, el hecho de que se haya logrado de enero a mayo (2021) un pequeño superávit primario y una mejora en los números fiscales quiere decir que el ministro de Hacienda está haciendo su trabajo. Quiere decir que vamos en la dirección correcta, pero no quiere decir que ya llegamos, ni mucho menos. Y si no llegamos, es una torta muy grande.

- Usted hace hincapié en aprobar la ley de empleo público, cuando en la Asamblea hay una serie de proyectos restantes del FMI que tampoco avanzan mucho.

La importancia de la ley de empleo público es mayor que la del resto de la agenda por tres razones. Primero, porque viene estrictamente mencionada en el acuerdo, de manera que (sin ella) nos quedamos sin plan, sin la señal al mercado que el acuerdo manda, sin una serie de financiamientos que ya están negociados y condicionados al acuerdo con el Fondo y sin el financiamiento del Fondo mismo.

Segundo, porque el problema (fiscal) se origina por el desorden que se dio en las remuneraciones públicas. Pese a que aún gana bastante mal una parte importante del sector público, lo cual es una injusticia con ellos, también otros ganan extrañamente bien, de una forma desordenada y muy ineficiente. Esto provoca el enorme problema fiscal que tenemos porque fue el incremento de esos salarios lo que nos llevó al problema. Nada más cambió, eso fue lo que cambió.

Tercero, porque de los elementos de la estrategia fiscal que el Gobierno ha trazado, este es cuantitativamente más importante.

En resumen, por esas tres razones: porque es una condición explícita, porque es cuantitativamente muy grande y porque es tomar una medida que va al origen del problema. La ley de empleo público es más importante que los otros componentes.

- ¿Qué pasaría si se cae este proyecto en la Sala y los diputados deciden, cosa que han puesto en duda, que avanza el resto de la agenda?

- Sería una lástima. No saldríamos del problema. Seguiríamos sin el acuerdo con el Fondo, sin el financiamiento del Fondo, sin el financiamiento negociado con las multilaterales. El mercado que compra nuestra deuda pública está teniendo cada vez más dudas profundas sobre su valor y, por lo tanto, subirán nuestros costos de intereses asociados a eso.

Seguiríamos, además, haciendo en cierta forma lo hecho en el 2018, que es buscar prácticamente la solución por un lado de la balanza (ingresos), sin actuar por donde se ha originado (el gasto). Y la verdad que la población en general, el 86% de los ciudadanos que no trabajamos para el Estado, ya tenemos una carga tributaria muy importante.

- A mayo de este año, la deuda pública alcanzaba el 68,15% de la producción. ¿Cuánto es comparada con la de hace 15 años?

- Comparado con lo que tenía hace 15 años es un chorro. Recordemos que la deuda costarricense había roto todos los récord en el periodo que llevó a la crisis que empieza en el año 80. Después de eso, el país se logra poner en orden con todo aquel trabajo tan importante, tan valioso, con el liderazgo de don Eduardo Lizano y la participación de muchísimas personas.

Nos fuimos desendeudando y desendeudando desde mediados de los 80 hasta mediados de la década pasada. Y ese fue un esfuerzo muy consistente, muy sacrificado. Creo que el país, por un lado, fue muy sabio en decidir que hay ciertos gastos donde se contiene. Se mantuvo, por ejemplo, la calidad del sistema de salud, la calidad de la atención a la gente que necesita apoyo en situaciones de atención social. Eso se cuidó. Se sacrificó, por tanto, otro montón de gastos. Y se fue haciendo poco a poco una mejora en las finanzas públicas. Llegamos a tener un coeficiente de endeudamiento que incluso bajó de 40, que sería de los mejores de la OCDE.

¿Qué pasa luego? Como en piloto automático, se fue deshaciendo en buena parte por el descontrol en las remuneraciones del sector público. Porque no es lo mismo decir, como en Panamá, que debieron recurrir a un montón de deuda para ampliar el canal. Sí, deben más, pero ahora tienen un canal. Tengo una deuda mayor, pero también un activo mayor que me va a ayudar a pagar la deuda.

En el caso de los costarricenses, ese endeudamiento que acumulamos en los últimos 10 o 15 años, el ciudadano no lo vio pasar.

El ciudadano no percibe que el Estado le dé significativamente más de lo que se le daba en aquel entonces. El ciudadano sí percibe que le tiene que pagar al Estado más que en aquel entonces y, aun así, el Estado está más endeudado porque perdimos el orden y el control del gasto.

- Entonces, ¿la deuda aún tiene un sendero explosivo o ya el país se alejó de esa ruta?

- ¿Estamos en este momento hoy en un camino explosivo de deuda? Sí. ¿Por qué? Porque si uno proyecta, incluso, con las buenas noticias de los primeros cinco meses de este año, la trayectoria del déficit financiero, la trayectoria del resultado primario y la trayectoria de la deuda, dado el crecimiento esperable y dada las tasas esperables, este sigue siendo un camino explosivo.

En este momento, tenemos dos opciones. Primero, hacer lo que se ha planteado en el orden de importancia que se ha planteado: aprobar empleo público, seguir con la regla fiscal, continuar la recaudación efectiva, obtener el acuerdo con el Fondo, el financiamiento del Fondo y obtener los financiamientos multilaterales que están condicionados al plan de ajuste fiscal. Esas cosas nos sacan de un camino explosivo.

Todo eso nos permite pensar que el resultado primario de años futuros va a ser mejor.

Dos, permite al mercado tener confianza de lo que estamos haciendo y, por lo tanto, baja la tasa efectiva de interés que pagamos por la deuda nueva.

Tres, permite tomar una deuda que hoy es muy pesada y convertirla en una deuda con características más manejables.

Esos tres frentes nos meterían en un camino no explosivo.

Si solo tenemos las mejoras que hemos tenido en estos cinco meses de números fiscales, pero no tenemos las demás cosas, entonces seguimos en un camino explosivo.

¿Por qué? Es una gran cosa que tengamos superávit primario. Recuerdo que en un momento nos habíamos echado un cuarto de siglo en que teníamos todos los años, excepto uno, con superávit primario. Y un superávit primario que era más grande que este y por eso fue que se bajó la deuda en ese periodo. No fue porque el número cero tiene características mágicas. Fue porque el superávit primario no solo existía, sino que era del tamaño necesario. Todavía no hemos llegado ahí, no hemos llegado ahí.

Déficit primario y déficit financiero

- Evaluemos los números de Hacienda. El Gobierno ha presentado resultados positivos de superávit primario este año. Usted ya mencionó algunas razones. ¿A qué más se debe ese cambio?

- Se debe a dos cosas. Ha habido un esfuerzo de contención del gasto que no son intereses. Ha sido, me parece a mí, un esfuerzo efectivo que nos cae como agüita de mayo. Solo en 2019, el esfuerzo de contención de gasto había sido muy irregular y para darle números precisos, aún teníamos tasas de crecimiento de más del 9% en gasto en el interanual acumulado de 12 meses. Hasta enero y febrero del año pasado, tiempo de prepandemia, teníamos tasas de crecimiento del 9%, 10%, en el 2019 como un todo alrededor de un 12% en los gastos. Si bien es cierto ahí había una parte de intereses, el grueso de eso no era de intereses.

Si eso lo comparamos con lo que hemos visto en los primeros meses de este año, con la pandemia haciendo ruido a los números, hay una fuerte contención de gasto importante. Esa es una mejora grandísima, aunque me parece también que la pandemia dificulta la contención del gasto.

La segunda mejora es que la implementación de la reforma fiscal del 2018; todavía no se había visto plenamente, en parte, por su proceso. Después de aprobar, hay que reglamentar, hay que empezar a cobrar en el año siguiente y, en parte, cuando estaba madurando, empezó la pandemia. Con todo y que seguimos en la pandemia, ya vemos una mejora.

La mejora en los números no se ve grandísima. El interanual a 12 meses, a mayo, lo que hizo fue crecer dos puntos. O sea, de mayo 2020 a mayo 2021, versus mayo 2019 mayo 2020, la mejora de 2% no suena tanto, pero hablamos de que estamos en una pandemia. Cuando se ve que ese número tiene solo dos meses del periodo de referencia (en prepandemia), pero tiene todos los meses del periodo siguiente en pandemia, ese 2% tiene méritos. Es darle vuelta a una caída de recaudación que había sido al principio de la pandemia muy profunda.

Esas dos cosas, la capacidad de la reforma de 2018 y de mejorar el cobro en general de impuestos anteriores, más el haber logrado contener los gastos, son los que generan una Hacienda Pública un poco mejor de lo que estaba. Pero démonos cuenta que está mejor sobre un plan que incluye terminar lo que estamos haciendo. Ahora hay que hacerlo.

- Ahora, ayúdenos a entender el tema desde una perspectiva más amplia. Si bien hay superávit primario, sigue existiendo un déficit financiero grande. ¿De qué tamaño es?

- A ver, ¿a qué se refieren los dos? El superávit primario es la diferencia entre ingresos y gastos del Gobierno, sin incluir el pago en intereses; mientras que el déficit financiero es ingresos totales menos todos los gastos, incluidos los intereses.

¿Por qué los dos son importantes? El primero te habla del futuro y el segundo del presente. El primero es el determinante principal de si la deuda va a subir o bajar en el futuro. El segundo es el que te dice cuánta plata tiene que salir a pedir prestado Hacienda. A Hacienda, al final del año, se le vence una cierta cantidad de deuda y, ¿cuánto tiene que captar? Lo que le permita pagar o refinanciar la que se le vence, más el (déficit) financiero que habría que pagar.

En la dinámica de la deuda y en la dinámica de las finanzas públicas, al final del día lo que determina si la deuda sube o baja, si la carga de la deuda sigue siendo manejable o se hace inmanejable, (es) si el déficit primario le llega a un determinado número que sale de una fórmula bastante sencilla, tomando en cuenta qué interés se paga, cuán endeudado está y cuánto crece la economía.

- Partiendo de esa explicación, con una proyección de déficit tan grande, entre un 7% y 8% para este año calculado en un principio, ¿se concluye que el país sigue dependiendo de la deuda pública?

- Correcto. El hecho de que tengamos un déficit financiero grande, significa que tendremos que seguir colocando deuda este año.

Ahora, ¿cuánto va a crecer lo que debemos? Este año colocamos deuda o colocamos deuda. Esos números aún se ven muy feos desgraciadamente. Precisamente, es por el peso de los intereses tan grandes, porque hemos dejado que la deuda suba tanto.

- Por cada colón que el país gasta, ¿cuánto viene de ingresos y cuánto de deuda?

- No tengo el número a mano, pero sigue siendo complicado. Lo que esto significa, para darle un ejemplo, voy a decirle cuánta deuda le vence al Gobierno este año. Tiene que pagar en octubre $294 millones, en noviembre $624 millones, en diciembre $477 millones, en enero del año entrante $395 millones. Esto quiere decir que este noviembre, este diciembre y el próximo enero son tres de los meses de carga más pesada en un buen rato.

En colones y dólares, la deuda que vence entre finales de este año y principio del año entrante es de alrededor de $2.000 millones que son más de lo que normalmente se vence en un periodo así. ¿Qué pasa? Que cuando tienes mucha deuda que se vence, tienes que salir a pedir prestado no solo el déficit financiero, sino los vencimientos.

Cuando se te vence mucha deuda, tienes una carga muy grande. Por eso la importancia que tiene, por ejemplo, el financiamiento con multilaterales que el Gobierno ha negociado este año. Son para pagar deuda con deuda, pues se le va a pagar a Juan pidiendo prestado a Pedro, pero no solo permiten patear la bola para adelante que, cuando se está en la línea de gol es importante, sino que permiten darle una estructura de plazos, de tasas, de características mejor a la deuda. Es muy importante que se logren girar esos créditos para que los números cierren este año.

- Partiendo de lo que ha explicado, ¿aún es duda que los números positivos registrados por Hacienda se mantengan al final del año?

- Hacienda nos ha dicho que está iniciando. Dice ‘tengo este plan y voy a lograr estos números’. Y cuando te dicen este es el plan, esto es lo que estoy haciendo y voy a lograr ciertos números, y ves que logras los primeros números, lo que interpretas es que ‘ha, claro, entonces no hace falta el plan’. No, al contrario. Lo que da ese mensaje es que el plan es bueno porque va funcionando, pero tienes que terminar de ejecutar. Algunos dirán que como está funcionando lo que estamos haciendo, entonces no lo hagamos. Es una locura que yo no entiendo.

Al contrario, porque los números iniciales han salido bien tenemos que mantener la disciplina en el camino que se ha trazado que ya he dicho varias veces: Empleo publico, aprobar el acuerdo con el Fondo, girar el préstamo del Fondo, girar las multilaterales, mantener contención del gasto, mantener regla fiscal, mantener la recaudación adecuada de la reforma del 2018 y, eventualmente, empezar a pensar en más. No solo con el resto de proyectos, sino que en este país tenemos que hacer algo con la informalidad que se ha vuelto uno de los problemas económicos y sociales más graves que tenemos.