El tico más feliz del mundo vende aguacates en el mercado de Cartago

Revista National Geographic destaca en su portada a Costa Rica como uno de los países más felices

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Si usted pregunta en el mercado de Cartago por Alejandro Zúñiga, ni los mismos trameros sabrán darle razón.

La situación cambia radicalmente cuando alguien descubre que en realidad se busca a Chambers, quien este jueves se hizo aún más famoso, tras ser citado en la edición de noviembre de la revista estadounidense National Geographic, como "una de las personas más felices del mundo".

La publicación menciona a Zúñiga dentro del eje central de su artículo de portada sobre la búsqueda de la felicidad.

¿Qué podemos aprender de Costa Rica, Dinamarca y Singapur, los países más alegres del mundo? se lee en el titular que invita a descubrir la fórmula de la felicidad que incluye a nuestro país en el "top 3".

La elección de Zúñiga como estandarte de esa dicha costarricense no parece para nada desacertada.

De vuelta en el mercado cartaginés donde Chambers es todo un ícono, amigo de todos y alma de la fiesta, pero sobre todo es descrito por sus compañeros como un ejemplo de generosidad.

Precisamente, esa es una de las virtudes que se destacan en la publicación como elementos de esa fórmula de felicidad.

También se incluyen el seguro de salud universal, la fe, la igualdad y la unión familiar.

Alejandro es citado junto con otros dos hombres de Singapur y Dinamarca. Cada uno de ellos representa uno de los tres tipos de felicidad que pueden complementarse para crear una alegría duradera: placer, propósito y orgullo.

En el caso de Zúñiga, se menciona que es de los que disfrutan el placer de vivir la vida al máximo en un país que privilegia la alegría por encima del estrés.

El tramero cuenta que su vida ha transcurrido en este popular sitio de Cartago desde los 14 años. De pequeño trabajaba cargando bolsas a las señoras que hacían sus compras y por esta labor recibía desde una peseta hasta un vaso de leche o un banano como pago. Eso le enseñó que el dinero no lo es todo en la vida.

Siendo adolescente empezó a ayudar a su papá, quien tenía un carrito de verduras. Con orgullo cuenta que así ayudó a sacar adelante a sus 10 hermanos y así aprendió también de la humildad.

La generosidad, dice, es un don que le heredó su "santa madre".

"Aquí a veces habíamos seis personas descargando un camión de sandía y había que dejar caer una sandía para almorzar", recuerda.

Y así como vivió necesidades, la suerte le premió hace algunos años cuando pegó la lotería.

Sin embargo, los ¢50 millones que ganó los repartió casi por completo entre su mamá, sus siete hijos y hasta le regaló dinero a quien le vendió los pedacitos de lotería lomismo que a otros amigos necesitados en el mercado.

Esa solidaridad también destaca entre sus virtudes.

"Aquí cuando alguien se enferma, o alguna persona muere yo voy a la funeraria y pido el entierro fiado, luego vengo con una cajita y todos me cooperan para pagarlo. La felicidad mía es ayudar a la gente que más necesita, si alguien ocupa algo recogemos y le llevamos una 'bombita' a la casa, aquí la gente le pone el pecho a las malas situaciones", afirmó

Ni siquiera el mal rato que pasa el equipo de sus amores le roba la felicidad.

"Soy blanquiazul desde chiquitico, la gente dice que el equipo está mal, pero eso no me da tristeza, porque lo que me da más alegría es ver a un niño ponerse la camisa del cartaginés, esa es nuestra herencia", añadió.