Los diputados aprobaron anoche, en primer debate, el Proyecto de Ley de Donación y Trasplante de Órganos y Tejidos Humanos.
La iniciativa, que deroga la legislación vigente desde 1994, permite el uso efectivo de las partes del cuerpo que se pueden donar.
Según las legisladoras que estudiaron la iniciativa en la Comisión de Asuntos Sociales, se establecen nuevos protocolos para evitar que los órganos de eventuales donantes se pierdan en medio de excesivos trámites burocráticos.
La nueva ley establece un registro tanto de donantes como de los receptores, además fija procedimientos de entrega más claros.
Marielos Alfaro, del Movimiento Libertario, enfatizó que las normas vigentes entorpecen los trámites de donación y trasplante, al punto que se han perdido órganos en perfecto estado por las barreras administrativas.
“Yo soy donante, pero el sistema actual no favorece la donación. Los protocolos no están operando y más bien facilitan el tráfico de órganos”, destacó Alfaro.
Para Rita Chaves, del Partido Accesibilidad Sin Exclusión (PASE), la importancia de la legislación aprobada radica en que se promueve la cultura de la donación.
Contra el tráfico. La iniciativa de ley también establece mayores controles administrativos para evitar el tráfico ilegal de órganos.
En el proyecto se prohíbe otorgar dádivas o remuneraciones de cualquier tipo a cambio de la entrega de partes humanas.
La diputada Gloria Bejarano, de la Unidad Social Cristiana, explicó que el Código Penal ya sanciona con cárcel entre ocho y 16 años a los traficantes de órganos.
Sin embargo, se aprobó una moción de José María Villalta, del Frente Amplio, para ampliar el castigo a quienes promuevan, den dádivas o induzcan a la gente a donar sus órganos de forma ilegal.
También, dentro del castigo se incluye a quienes soliciten o hagan publicidad relacionada con la necesidad de un órgano.
En octubre del 2013 la Policía capturó a varios sospechosos de este tipo de tráfico, entre ellos tres médicos. Meses antes, el periódico El Universal de México aseguró que el país se había convertido en destino turístico para personas adineradas con necesidad de un órgano.
La posibilidad de ganar dinero empuja a que, a través de anuncios clasificados, costarricenses ofrezcan vender sus órganos, en particular los riñones, a precios que llegan hasta los ¢100 millones.