Conavi construyó la trocha fronteriza sin un solo plano

Falta de planos pudo elevar costos y provocar un deterioro acelerado de la vía

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El Conavi construyó los 160 kilómetros de la trocha fronteriza con Nicaragua sin un solo plano que señalara el trazado para abrir el camino ni cuáles debían ser sus características.

Esa ausencia de diseño pudo desembocar en mayores costos, problemas ambientales y un rápido deterioro del proyecto, afirmó ayer Olman Vargas, director ejecutivo del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA).

La obra careció de un levantamiento topográfico que definiera la ruta con menos obstáculos. Además, no se diseñaron cunetas, alcantarillas ni pasos sobre ríos.

Hoy, según lo admite el propio Consejo Nacional de Vialidad (Conavi), el camino tiene taludes con pendientes mayores a las debidas y curvas no aptas para el buen tránsito de los vehículos.

La inexistencia de los planos fue confirmada a este medio por el CFIA, el Conavi y la empresa Compañía Asesora de Construcción e Ingeniería S. A. (Cacisa). Esta última fue contratada en enero de este año para apoyar la supervisión del proyecto.

La construcción de esta trocha se inició en diciembre del 2010, a raíz del conflicto surgido con Nicaragua en octubre de ese año por la ocupación de isla Calero.

El Conavi ha gastado poco más de ¢20.000 millones en el proyecto, lo que incluye la habilitación de 440 km en caminos de acceso.

900 máquinas. 14 meses después del comienzo de la obra, cuando Cacisa entró a trabajar, encontró 900 máquinas laborando a lo largo de la frontera sin ningún plano.

Roberto Cambronero, ingeniero de Cacisa, lo describió así: “Llegamos a un corte de cajón, un corte a los dos lados (de la trocha). Entonces, le preguntamos al encargado ¿cuánto le falta?, ¿qué está haciendo? ‘Ah, estoy cortando’. ¿Y cuánto le falta? No sabía porque, al no haber un diseño, usted perfectamente puede decir ‘déjemelo aquí’”.

José Manuel Sáenz, socio de Cacisa, agregó que un diseño habría permitido calcular el ancho y la pendiente del corte, para lo cual se ponen estacas de topografía.

Para abrir la ruta, el Conavi contrató empresas con vagonetas o excavadoras que cobraran por hora.

Según Cambronero, el trazado lo definía el responsable del Conavi. Este es un ingeniero de apellido Serrano que hoy está suspendido a causa de una investigación sobre supuestas dádivas en el proyecto.

Gerardo Prada, también socio de Cacisa, dijo que los maquinistas recibieron la orden de abrir la trocha en la margen del río. No obstante, él y Sáenz sostuvieron que, aun así, era necesario evitar obstáculos topográficos como colinas, humedales o terrenos muy quebrados.

Para Sáenz, los kilómetros más cercanos a la zona del conflicto se pudieron hacer bajo la modalidad escogida debido a la urgencia, pero el resto ameritaba un plan básico: “Estamos en el siglo XXI. Se requiere de un diseño; esta carretera es como ir de San José a la entrada de Moín; es una carretera muy grande. Pensar en hacer 150 kilómetros a pura máquina, sin diseño (...); voy a lo que es la parte de acuciosidad profesional; así no se hace”.

El director del CFIA también expresó preocupación por la atención sobre la falta de drenajes: “Una gran parte de la inversión se puede perder en época de lluvias”.

Sin responsable. Vargas confirmó que el colegio profesional determinó que el Conavi no le reportó quién era el profesional responsable de la obra ni le entregó planos.

Según Vargas, el hecho de que la obra se hiciese al amparo de un decreto de emergencia (firmado en marzo del 2011) no eximía al Conavi de hacer esos reportes.

José Luis Salas, director ejecutivo del Conavi, sostuvo que no hubo diseño porque la trocha obedeció a una situación de emergencia. “No hubo tiempo”, explicó.

Salas sostuvo que el Conavi y Cacisa hacen un levantamiento topográfico para revisar el diseño geométrico, mejorar taludes, curvas y el sistema de contención de agua. Negó que la ausencia de planos por fuerza haya subido los costos. Colaboró Marcela Cantero