Con otros ojos: la extraña ciencia del 1.° de mayo

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En mi actividad periodística lo más cerca que estoy de la Asamblea Legislativa es cuando visito el Hospital Calderón Guardia. Como periodista de ciencia y salud, ni siquiera los 1.° de mayo asistía al Congreso, pues en esa fecha usualmente tengo que atender otras asignaciones.

Este año, me pidieron cambiar por un día los hospitales, universidades y laboratorios científicos por el emblemático edificio de cuesta de Moras y que mis interlocutores no fueran médicos o científicos, si no quienes viven el trajín legislativo.

-Voy a necesitar mucho café- pensé. Lo sigo pensando.

Pero si algo me ha enseñado la ciencia es a mantener la mente abierta, a aceptar que cualquier cosa puede pasar y que los resultados pueden cambiar. En ciencia es normal que no haya resultados en mucho tiempo; no por la falta de voluntad humana, sino porque debe acumularse evidencia para hacer afirmaciones.

De antemano presumía que no sería fácil la elección del presidente del Directorio. No hay que ser especialista en política para saberlo, solo bastaba con ver la cantidad de fracciones legislativas y leer lo que había sucedido en los últimos días.

Pero este lunes, ya para las 4 p. m., luego de una kilométrica jornada de recesos tras recesos y con una nube de opiniones cada vez más polarizadas, esta "extranjera" en tierras parlamentarias solo se preguntaba: ¿Por qué les cuesta tanto ponerse de acuerdo?

En medio de la incertidumbre, y mientras algunos negociaban votos o se recriminaban traiciones a puerta cerrada, yo simplemente no entendía cómo otros asuntos menos trascendentales se convertían en noticias como el traje entero blanco del diputado Óscar López o las chancletas de la legisladora Ligia Fallas.

Caminar por los pasillos del Congreso era todo un experimento de antropología. Rostros molestos y de desesperación de diputados que pedían a gritos que comenzara la elección del Directorio, caras de angustia de mis colegas de radio y televisión ante la falta de novedades, teorías de conspiración que iban y venían, calor, cansancio (...). Toda una olla de presión que amenazaba.

Mientras caminaba por la jungla legislativa oía de alianzas que nunca se "terminaron de amarrar", de candidaturas "en coma", de "rebeldes" que no aceptaron condiciones y de gente quejándose de que no se veía la hora para que saliera humo blanco. Asesores, diputados y hasta miembros de la prensa que decían "así no se puede trabajar". Algo irónico de escuchar en un Día del Trabajador.

Si el diálogo debe ser una de las armas primordiales en toda democracia, lo de este 1.° de mayo parecía trazar algo que, desde donde lo veo, preocupa. Es el año del cierre de esta gestión legislativa y aún no han terminado de ponerse de acuerdo. Como espectadora sentía impotencia y frustración. Estas personas que no se ponen de acuerdo tienen en sus manos la importante tarea de aprobar leyes del país en el que nací.

¿Tanto le cuesta al ser humano ponerse de acuerdo? En ciencia las cosas pueden cambiar con base en lo que la evidencia diga. En la Asamblea Legislativa el asunto es mucho más complejo, pues también influyen las emociones y pasiones de cada ser humano detrás de una curul.