La celebración oficial de la abolición del Ejército sirvió a la presidenta Laura Chinchilla para pedir a “los ciudadanos de bien” que condenen las protestas violentas que, en su criterio, son contrarias a la forma de ser costarricense.
La mandataria aprovechó los 64 años de esa decisión de José Figueres Ferrer, en el Museo Nacional, para exaltar los valores pacifistas que ella cree corresponden al país y, por tanto, para criticar a los grupos que han participado en protestas derivadas en violencia.
“Gente que se cubre la cara para agredir a funcionarios públicos (policías) o destrozan el patrimonio nacional. Diputados que incitan a la toma de edificios públicos, alientan los bloqueos e instigan a enfrentamientos callejeros. Motociclistas que agreden a ciudadanos de bien y generan caos y temor en la población”, dijo en su discurso.
La presidenta atribuyó a su gobierno “un talante democrático” y criticó también a quienes “buscan el descontento” y “rastrean en cada detalle una carencia”.
Esto lo dijo en el mismo acto en que graduó a 500 nuevos policías.
Consultado por este discurso, el diputado José María Villalta, de Frente Amplio, opinó: “Ella se refiere a manifestaciones en las que yo he participado. Lo que me parece grave es que ella quiere dividir a Costa Rica entre buenos y malos, en la que los buenos sean los que comparten sus políticas”.