Auxiliares del TSE no le quitan el ojo a papeletas

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Desde el sábado pasado, Lilliana Picado duerme, literalmente, con un ojo cerrado y el otro abierto.

Esta ama de casa, de 50 años y vecina de Tirrases de Curridabat, forma parte de los 12.908 auxiliares electorales, responsables de custodiar las papeletas para la elección presidencial del domingo.

Ella resguarda la documentación de la junta 1.829, de la Escuela 15 de Agosto, en Tirrases, donde hay más de 300 electores inscritos.

“Nos entregaron el material el sábado en la biblioteca de Curridabat y yo lo trasladé a la casa, en mi carro. Otros lo llevaban en taxi. En la casa lo metí en un cuarto bajo llave y esa puerta nadie la abre, hasta el domingo en la madrugada”, dijo Picado, quien, por seguridad, prefiere quedarse en su casa.

Para esta segunda ronda, el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) delegó en sus auxiliares la vigilancia de las tulas o sacos con el material electoral.

Usualmente, esta responsabilidad recaía en los miembros de las juntas receptoras de votos.

La variante es una de las medidas de seguridad ordenadas por el órgano electoral luego de la sustracción de algunas papeletas.

Tal situación ha hecho mucho más celoso el resguardo del material para esta ocasión.

En el sur del país, concretamente en Pérez Zeledón, Maricruz López, una maestra pensionada, siente que duerme “como si tuviera un tesoro escondido” en la casa.

“Es una gran responsabilidad. Me da miedo que alguien se meta a la casa y se robe las papeletas o las queme. Esto es como tener una papa caliente en la mano”, expresó.

Su caso, dijo, es más delicado pues su hija también es auxiliar electoral y guardó el material en la misma vivienda.

Las tulas, contó, están en un mueble al cual ni los niños tienen acceso. “¡Dios guarde una travesura!”, advirtió López, quien se siente afortunada de poder servirle al país mediante esa tarea.

Una satisfacción similar comparte la guanacasteca Leydi Oviedo, quien será auxiliar el domingo.

Para la elección del 2 de febrero, por primera vez, ella tuvo bajo su custodia el saco con las papeletas, padrón y demás implementos para la mesa de votación de la Escuela Anselmo Gutiérrez Briceño, en Quirimán de Nicoya, Guanacaste.

“En esa ocasión, traje el saco y lo metí en el clóset bajo llave. Yo pensaba: ‘¡Ay, si se quema la casa!’ ¿Y si se meten a robar? Por fortuna, nada pasó”, relata la nicoyana.

En esta ocasión, narró, la custodia la tiene un compañero.