Antonio Ayales Esna: un diputado sin curul y sin bandera en Cuesta de Moras

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Si el conocimiento en asuntos legislativos definiera la elección de diputados, él sería escogido por aclamación.

Tiene experiencia de sobra.

Sin embargo, los legisladores no se escogen por su conocimiento en la materia. A él, proveniente de familia de políticos, tampoco le interesa sentarse en una de las 57 curules de la Asamblea Legislativa.

Se lo han planteado en varias ocasiones y distintos partidos políticos. Él lo ha rechazado, dice.

Antonio Ayales Esna se declara satisfecho con la labor que hace desde la Dirección Ejecutiva del Primer Poder de la República, que ocupa desde hace dos décadas.

Una curul lo limitaría a un lugar. Una oficina. Un partido.

Esto no tiene mayor sentido para alguien que ya ocupa un puesto importante, una posición clave.

Hoy, casi nada en la Asamblea se mueve sin pasar por el tamiz de este economista agrícola, metido a todo, como él mismo se define.

Desde una modesta oficina en el viejo edificio del antiguo Colegio Sion, Ayales mueve las piezas del ajedrez político y administrativo.

Cada cuatro años se enfrenta a ese complejo tablero con 57 diputados de distintos partidos –este 1.° de mayo serán nueve agrupaciones políticas– a quienes hay que atender, asesorar e incluso complacer.

La tarea más meticulosa y complicada es acomodar a los nuevos inquilinos en viejos edificios desperdigados en varias cuadras (seis comprados y otro tanto alquilados) y que no cumplen las condiciones mínimas para ser ocupados.

Él debe atender múltiples detalles como la distribución de las curules, comisiones y oficinas. Tales decisiones parecen meramente administrativas, pero tienen implícito un gran componente político.

Algunos legisladores, reconoce el funcionario, llegan al Congreso con grandes expectativas y exigen condiciones como si estuvieran en un parlamento europeo. A él le toca darles una dosis de “ubicatex”.

El deterioro de los edificios legislativos obliga a congresistas y demás personal a convivir con plagas de ratas, cucarachas y polillas.

Para Ayales, correr a reparar goteras, tuberías, cables eléctricos y de telefonía son pan de cada día, incluidos los días sábado y domingo, con disponibilidad las 24 horas.

Francisco Antonio Pacheco, exlegislador que presidió el Congreso cuatro años consecutivos (2006 y 2010), cree que Ayales ha permanecido en el cargo por tantos años gracias a su inteligencia emocional, a que sabe controlarse y “no pierde los estribos fácilmente”. Lo define como una persona inteligente, capaz de dialogar, resolver y es extraordinariamente ordenado.

Con 20 años en el Primer Poder de la República, Ayales no solo ha visto envejecer la planta física.

También ha sido testigo del fracaso de varias iniciativas para construir un nuevo edificio.

La frustración lo llevó a liderar un plan para despolitizar la idea de levantar el nuevo inmueble. Fue así como se suscribió un fideicomiso con el Banco de Costa Rica, al que se le encargó elaborar el proyecto de la nueva sede del Congreso.

La propuesta ya está en marcha y, aunque ya se cuenta con un diseño aprobado, ahora enfrenta nuevas trabas que Ayales se propone sortear al precio que sea.

Ver construida la nueva sede de la Asamblea es un sueño y no quiere acogerse a la pensión –ya puede hacerlo– antes de lograrlo.

¿Evolución o retroceso? Convivir con cuatro generaciones de diputados (va para la quinta) le permite a Ayales opinar con propiedad sobre la calidad de los llamados “padres de la patria” y de su trabajo.

¿Hemos evolucionado o retrocedido en calidad legislativa ?

Ayales cree que la labor de la Asamblea Legislativa ha venido “en demérito” y “en decadencia”.

Con números, trata de sustentar su afirmación. Se han aprobado unos 380 proyectos en el presente periodo constitucional (2010-2014), y siendo “muy generoso”, tal vez un 5% tiene trascendencia nacional. La gran mayoría son de corte regional, de interés de un grupo, de un gremio o una institución, dice.

En su criterio, lo que ocurre es que se ha perdido el norte y la gran legislación requerida por el país no está pasando por la Asamblea.

Decisiones como si el sistema parlamentario debe mantenerse o si debe pasar a un modelo de primer ministro es, en su opinión, una de esas tareas impostergables.

La producción legislativa mejorará, dice, cuando los partidos políticos entiendan que al Congreso se debe mandar a la mejor gente.

Según su lupa, un legislador debe tener experiencia, criterio y debe estudiar los proyectos, “porque no basta con hablar bonito”. Hay que referirse a los proyectos, y para eso hay que estudiarlos. Esto quita tiempo, es pesado, denso y a la gente no le resulta atractivo, agrega.

¿Son los diputados menos estudiosos en estos tiempos? Para Ayales, evidentemente sí.