Tomó una decisión irrevocable, se fue ayer de la Contraloría General de la República, aunque confiesa que “le encanta” el trabajo que hizo por casi ocho años.
Rocío Aguilar Montoya hace un repaso de su gestión en el cargo, su visión de la corrupción y los requisitos que debe cumplir su sucesor.
Doña Rocío, empecemos por el final. ¿Usted no quiere seguir siendo contralora? ¿Se sintió sin apoyo para postularse a la reelección?
No, a mí me encantaría seguir siendo contralora. Me gusta mucho el trabajo que hago aquí. Lo he sufrido, lo he disfrutado y en estos siete años realmente he aprendido tantísimo del país, de su realidad y de las oportunidades que perdemos todos los días en discusiones interminables sobre aspectos de carácter irrelevante. No es un tema de si hubiera tenido el apoyo o no lo hubiera tenido.
¿Está cansada de esto?
Hay días que siente una que le faltan fuerzas, pero es tan bonito también el trabajo que se hace aquí y de tal impacto, que inmediatamente levantan las fuerzas.
¿Tema familiar o personal?
Es un tema personal; no tiene que ver nada ni con el trabajo ni con el ambiente.
¿Usted tomó la decisión?
Tome la decisión y fue terriblemente difícil.
¿Cuándo la tomó?
Hacia finales del año pasado.
Entonces, ¿fue con tiempo?
Ah sí y trate de convencerme, pero no, una vez que uno toma una decisión, no hay marcha atrás.
¿Ante quién se comprometió a no postularse de nuevo?
Ante mí misma, pero obviamente en estos temas siempre hay personas de la familia más cercanas con las cuales uno las comparte.
¿No es por el salario?
No, jamás (risas). No, no. Es más este trabajo, y se lo voy a poner de la siguiente manera: yo lo haría de gratis.
Todavía está a tiempo de repensarlo. Tiene apoyo legislativo oficial y de la oposición.
Es muy satisfactorio escucharlo, pero es una decisión ya tomada y no puedo echar para atrás.
¿Quién debe sustituir a Rocío Aguilar? ¿Cómo debe ser?
Yo creo que la persona que esté aquí ojalá tenga un buen apoyo legislativo. Tiene que ser una persona con altísimas cualidades profesionales porque el trabajo de la Contraloría es un trabajo de profesionales, de técnicos y altamente especializado. Debe ser una persona que no sea influenciable en ninguna dirección.
¿Qué ocupa el que viene?
Profesionalismo, mantener una rigurosidad técnica y la capacidad de trabajar con el Congreso.
De esas características, ¿cuáles no reúne Rocío Aguilar?
¿Será que estoy dándole un espejo mío?
¿Cuál es su percepción de corrupción en el Estado?
Tengo una primera visión de esto y es que la mayor cantidad de acceso a la información, la mayor denuncia ciudadana y el mayor control social que hoy existe, está haciendo aflorar quizás una corrupción que antes no se veía.
¿Pero que sí existía?
Sí. No es que hay una corrección, sino que esa mayor cantidad de denuncia ciudadana y de baja tolerancia, así como la mayor información de los medios sobre los casos y la mayor comprensión, han provocado un cambio importantísimo a nivel de percepción (...). También está, por supuesto, esa gran corrupción que de alguna forma comenzamos a observar años atrás cuando el país cayó en la cuenta con los grandes escándalos.
¿Tienen algún indicador para medir el combate a la corrupción por parte de la Contraloría?
No hay un indicador para medir el combate, lo que tenemos es la atención de las denuncias y se han puesto plazos de atención y nos hemos puesto como meta el menor traslado a la Administración para atención de denuncias.
¿Muchos casos en estudio?
Tenemos en la vía penal 70 casos desde el 2008 para acá. Unos 500 sancionados y con esta reforma en el Código Contencioso se hace un cambio también en la Ley Orgánica de la Contraloría. Tenemos más legitimación y ha habido una mayor actividad en la vía judicial.
Esa mayor actividad, ¿la han tratado de mantener con perfil bajo?
No podemos salir a la calle a decir llévese a equis persona porque hasta que efectivamente, a través de un órgano contencioso se defina que ha cometido un acto ilícito, lo podemos dar a conocer y además la propia Ley contra la Corrupción nos obliga a la discrecionalidad y a dar a conocer la información hasta que sea un acto final acabado.
¿Usted está de acuerdo con eso? ¿No se siente frustrada en no poder decir lo que está haciendo?
A mí lo que me frustraría es que al final no haya un resultado, pero no creo que deba sentirlo porque no puedo andar pregonando.
Por ejemplo, si hubiéramos seguido ese proceso, nadie se hubiera dado cuenta que la Contraloría investigó el caso de Rodrigo Arias.
No, porque los procedimientos administrativos, incluso de acuerdo con la reforma a la Ley, ya son públicos. O sea, el procedimiento, no el expediente, sino la audiencia y ustedes ya han asistido a algunos aquí. Lo que no podemos es decir que esta persona cometió ilícito sin un proceso previo.
Hoy es prohibido que la gente conozca las declaraciones de impuestos y vea lo que ha pasado cuando el interés público se pone por encima.
Entonces, lo que hay que hacer es reformar la ley.
¿Usted está de acuerdo con eso o ha trabajado muy cómoda así?
Yo lo que sí le puedo decir y que me voy a sentir siempre muy cómoda respetando la ley.
¿No le corresponde a la Contraloría promover la transparencia?
Hay unas reformas planteadas en la Ley contra la C orrupción y eso es un tema que se podría mejorar. Lo que yo si no puedo hacer y no voy hacer es violentar la ley.
Quizás sí le resiento, doña Rocío, que en siete años no haya promovido nada para que esa situación cambie.
Esa apreciación no se la acepto. Si hay una institución que ha trabajado por la transparencia con la información, es la Contraloría.
Usted fue nombrada políticamente, ¿le cobraron este nombramiento en algún momento?
Jamás, jamás, jamás.
¿Sale con la conciencia tranquila?
Totalmente, si mi conciencia no hubiera estado tranquila, no hubiera llegado aquí.
¿Debe ser Marta Acosta su sucesora?
Es una decisión de la Asamblea.
¿Y usted que cree?
Creo que Marta tiene los atestados y la experiencia, el conocimiento, pero eso es decisión de la Asamblea. Colaboró Tatiana Gutiérrez.