Museo Nacional insta a los costarricenses a protagonizar su historia

Nueva sala invita a un recorrido por más de 200 años de evolución social

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¿Lo llevaron a vacunar a una unidad sanitaria? ¿Fue al desfile del 14 de setiembre y le quemaron el farol? ¿Tomó café en jarro de lata?

El Museo Nacional quiere contarle la historia de Costa Rica por medio de esos momentos que lo identifican a usted como ciudadano.

Por eso, el próximo 23 de febrero inaugurará la Sala de Historia, un recorrido por más de 200 años de cambios sociales, desde la época colonial, a finales del siglo XVIII, hasta la actualidad.

“Lo que queremos es que los costarricenses entiendan que la historia la hacemos todos, y no solo los hechos y los personajes. La historia es esa cotidianidad que vivimos; todo eso que nos identifica”, aseveró Gabriela Villalobos, curadora de la exhibición.

El nuevo aposento se encuentra en el ala oeste del Museo, ubicado entre las avenidas central y segunda de San José y conocido como el antiguo cuartel Bellavista, pues albergó a las fuerzas armadas antes de la abolición del ejército, el 1° de diciembre de 1948.

Se trata de un área de 575 metros cuadrados que fue remodelada gracias a una inversión de ¢400 millones.

LEA: Esculturas en 3D mostrarán momentos históricos claves

El proyecto tenía siete años en gestación. En el 2010 se cerró la Sala de Historia Nacional del Museo y no fue hasta este 2017 que reabrió sus puertas con una renovada apariencia.

¿Cómo es el recorrido?

Con objetos y experiencias, el periplo ubica a los visitantes frente a acontecimientos clave para la consolidación de la sociedad actual.

Entre ellos: la colonización española, la independencia, la formación de la república alrededor de la producción cafetalera, el nacimiento del Estado liberal impulsado por la construcción del ferrocarril al Atlántico y los conflictos civiles que desembocaron en la guerra de 1948.

El elemento diferenciador es que los grandes protagonistas no son los legendarios objetos expuestos, sino los visitantes nacionales.

“Por eso se utiliza mucho elemento de contexto. Se permite a las personas tocar algunos de los bienes exhibidos, interactuar con ellos”, dijo Villalobos.

Personificaciones

En esa búsqueda de la interactividad, se abren paso las principales novedades de la muestra: siete estatuas que aluden al valor de las personas, ya sea por ser referentes culturales o porque representen a la fuerza laboral del país.

Las piezas, elaboradas por medio de impresión en 3D, son reproducciones de personajes destacados en Costa Rica y tienen tamaño real.

Una de las esculturas es de la enfermera Sandra Hernández, quien está a poco de pensionarse como colaboradora de la Clínica Marcial Fallas, en Desamparados.

Junto a la de un niño, la estatua muestra el auge de la salud que experimentó el país entre las décadas de los 70 y los 80, por medio de las populares unidades sanitarias.

Cada una de las personas participantes fue escaneada con un dispositivo especial que ayuda a posteriormente modelar cada una de las figuras. Tamara Hilje, encargada del proyecto, explicó que para el proceso de escaneo e impresión, los personajes se recrean vistiendo y posando a modelos humanos para luego terminar la escultura digital, imprimirlas en 3D y darle el acabado final.

Zona “crítica”

La última sección de la Sala no solo coloca a los visitantes en la agenda de la opinión pública actual, sino que reta a la apertura mental.

Temas como la gran cantidad de religiones que conviven en el país, la diversidad sexual, el papel de la mujer y la situación de la población indígena tocan todo tipo de fibras.

El camino ambiental de Costa Rica y la vitrina que esto representa internacionalmente, también tienen espacio en las paredes de la Sala.

El cierre de la travesía por las entrañas históricas ticas, refleja, literalmente, el objetivo de la Sala de Historia.

El visitante se encuentra frente a un espejo que le lanza la pregunta: “¿Quién construye la historia hoy?”.

Un ambicioso montaje logrado con recurso local

La museografía, el conjunto de técnicas y prácticas relativas al funcionamiento de un museo, es un área poco explorada en Costa Rica.

Por esa razón, cuando es necesario emprender un montaje de ese tipo, la mayoría de las veces, los trabajos son asumidos por firmas extranjeras dedicadas a esta actividad.

Sin embargo, en esta ocasión fue distinto, asegura Rónald Quesada, museógrafo, quien coordinó el ensamblaje de la nueva Sala de Historia del Museo Nacional.

“Lo más importante del proceso es que ha sido una sala que se hizo con recursos nacionales, desde materiales hasta humanos”, explicó.

Según el especialista, cuya carrera de cabecera es la Arquitectura, se trató de una propuesta ambiciosa que, según considera, fue exitosa.

“Con el diseño que se desarrolló y con la empresa que se ‘apuntó’ con el proyecto se logró algo muy bien trabajado. Se hizo toda una investigación en grandes museos como el Smithsonian, en Washington, y el Metropolitano, en Nueva York. La meta fue recrear una sala de primer mundo, digna de estar en cualquiera de ellos”, explicó el experto.

Las obras las desarrolló Rodríguez Constructores y Asociados (ROCA).

Todo un concepto

Pero, ¿cómo se planea el montaje de una sala de museo? Como la mayoría de obras de arte, requiere un guión, el cual fue concebido por la curadora del Museo Nacional, Gabriela Villalobos.

Una vez que la curadora determina cuál es la historia que se va a contar, vienen importantes detalles como la cantidad de bienes que se exhibirán y su disposición dentro del espacio existente.

A esto se suman consideraciones como el tipo de iluminación y el acceso universal a las instalaciones.

En el caso de la nueva Sala de Historia, esta cuenta con rampas para personas con discapacidad, así como objetos que pueden ser tocados y hasta el sonido de una carreta, en el área donde se representan los símbolos nacionales.

Una de las particularidades es que los textos para guiar a los visitantes no están adheridos directamente a la pared, sino a una capa de vidrio pegada a los muros, lo que protege la estructura del edificio donde habita el museo.