Museo del Jade invita a ‘jugar’ a visitantes

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“Lo bonito de este lugar es que tiene muchas formas de aprender con mucha tecnología y uno puede interactuar, es casi como jugar”, explicó Juliana Vega, alumna de quinto grado de la Escuela Saint Jude durante su visita ayer al Museo del Jade y Arte Precolombino.

Ella y otros 50 niños de este centro educativo en Santa Ana, fueron los primeros en visitar las nuevas salas de exhibición instaladas al costado oeste de la plaza de la Democracia, en avenida central.

Los estudiantes llegaron puntuales a la cita con unas 7.000 piezas de jade, cerámica, piedra, hueso y madera que allí los esperaban. A las 10 a. m. bajaron inquietos de los microbuses que los llevaron.

Desde su primera actividad, cuando observaron un video de cómo se hacía el jade, las ganas de participar eran evidentes.

Por esa razón no fue difícil encontrar voluntarios cuando se les preguntó si alguno quería utilizar herramientas similares a las usadas en la época precolombina para obtener el jade: todos querían participar y había poco tiempo.

Emoción. Las ansias aumentaron cuando pasaron a la galería donde se describe la vida precolombina y las formas de trabajar de los arqueólogos para descubrir datos de cómo se vivía en aquel entonces.

Todos quisieron tomar palas, brochas, lupas y jugar en una réplica de cementerio precolombino mientras aprendían de la vida antes de la época colonial.

Pero eso no sería todo, de la mano de la tecnología, los estudiantes aprendieron sobre formas del jade, sobre ecología y también de los distintos tipos de animales.

“Lo que más me ha gustado son los diferentes tipos de ambientes que hay en el museo, la tecnología le permite a uno participar”, comentó Alan Di Zio, de 11 años, uno de los alumnos visitantes.

Su compañero David Wilbur también gozó con la exhibición: “lo que más he aprendido es de los animales; me gustan mucho, así que es la parte que más he disfrutado, aunque también es muy bonito ver cómo se vivía antes”, aseguró.

El grupo terminó su recorrido minutos después del mediodía con la convicción de que deben regresar nuevamente para así, con más tiempo, volver a experimentar todo lo que vivieron ayer.