Esfera precolombina navegó desde Miami de regreso a Costa Rica

Pieza de piedra fue devuelta y ahora está bajo custodia del Museo Nacional

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Nadie sabe con certeza cómo ni cuándo una esfera precolombina de 2,90 metros de circunferencia y 1,5 toneladas de peso salió de Costa Rica para decorar el jardín de una residencia en Miami.

Lo cierto es que la esfera de piedra cambió su domicilio de 2789 SW 22 Avenue, Coconut Grove, Miami, a 150 metros al sur del semáforo del Hospital Psiquiátrico, en la sede de Pavas del Museo Nacional .

Esta es la primera vez que dicha institución recupera una esfera precolombina procedente del extranjero. Su repatriación fue posible gracias a la devolución voluntaria que hizo el antiguo dueño de la propiedad, John F. Betancourt.

“Fue el propio señor Betancourt quien se puso en contacto con el Consulado de Costa Rica en Miami y con el Museo Nacional para expresarnos su deseo de devolver la esfera”, confirmó la jefa del Departamento de Protección del Patrimonio Cultural del Museo Nacional, Marlin Calvo.

Del jardín al Museo. Según declaró Betancourt a La Nación , la esfera ya estaba ahí cuando él adquirió la propiedad. “La información que conozco sobre la esfera es lo que me contó la anterior dueña de la casa, la señora Lorena Younghans. Tengo entendido que ella y su esposo Seymour compraron la esfera en Costa Rica durante la década de los 40, pero no sé quién se las vendió. La esfera fue enviada a Miami poco tiempo después”, dijo.

De acuerdo con Betancourt, los Younghans eran miembros voluntarios del famoso jardín botánico Fairchild Tropical Botanical Gardens, en Miami.

“Ellos compraron la esfera para colocarla en el jardín de frutas tropicales de Fairchild, no fue para su uso personal. Los Younghans eran pomólogos (rama de la agricultura que trata de los frutos comestibles), no eran comerciantes de objetos ni especuladores”, dijo Betancourt.

Sin embargo, por alguna razón que se desconoce, la esfera nunca fue transferida a Fairchild y permaneció en el jardín delantero de la residencia de los Younghans en Coconut Grove.

Fue un viaje a Costa Rica lo que le despertó a Betancourt el interés de devolver la esfera a su tierra natal. “En la década de los 90 fui a visitar a un buen amigo mío llamado Édgar Barrantes, que vivía en San José. Él trabajaba en el Museo Nacional y me llevó en un recorrido por el lugar. También me instruyó sobre las esferas del Diquís, su importancia y el significado que tenían para Costa Rica”, narró.

Durante su encuentro, Betancourt le habló a Barrantes sobre la esfera de Miami y este lo convenció de la importancia de devolverla.

“Le prometí a Édgar que algún día devolvería la esfera a Costa Rica. Cuando me enteré de su muerte, me puse como meta cumplir con esa promesa”, detalló.

La oportunidad llegó a principios de este año cuando Betancourt decidió vender la residencia de Miami para mudarse a una nueva casa en Mineápolis, Minesota.

“Me puse en contacto con la cónsul general de Costa Rica en Miami, Lorena Sánchez, y ella fue muy servicial. Gracias a su intervención se logró agilizar todo el proceso burocrático”, destacó.

Por su parte, el Museo Nacional contrató una empresa especializada para que se hiciera cargo del embalaje y el envío de la esfera, vía marítima, desde Miami. “El Museo invirtió cerca de $7.000 en todo el proceso y ya la tenemos bajo custodia. En general, su estado de conservación es bueno, aunque presenta una reventadura en su parte superior”, declaró Marlin Calvo.

La esfera será sometida a un proceso de restauración.

“Creo firmemente que estas esferas son un tesoro histórico para Costa Rica y un testimonio del ingenio y la habilidad de los pueblos indígenas de América que fabricaron estas esferas casi redondas sin utilizar herramientas modernas”, destacó Betancourt.

Este ciudadano estadounidense instó a las personas que tienen en sus manos piezas como estas a devolverlas a Costa Rica. “Les puedo asegurar que se sentirán maravillosamente si lo hacen, pues es ahí donde estas esferas pertenecen”.