A esto se exponen los ticos por tener bienes arqueológicos

Museo Nacional aclara que en el caso de las entregas voluntarias, no hay ninguna repercusión judicial

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Un cambio generacional y mayor conciencia de los efectos legales que podrían afrontar son algunas de las principales razones que estarían motivando a cada vez más ticos a entregar bienes arqueológicos que durante años han permanecido en sus familias.

Al menos esa es la percepción de Marlin Calvo, jefa del departamento de Protección de Patrimonio Cultural del Museo Nacional.

“(...) hay un relevo generacional; los hijos de los coleccionistas, que ya son personas mayores, no quieren seguir con las piezas, o bien, por medio de la prensa, se han enterado de que es prohibido (...). Hemos sabido de gente que ha hecho intentos de vender colecciones, pero nadie quiere comprarse un problema legal”, expresó la funcionaria.

De acuerdo con el artículo 20 de la Ley sobre Patrimonio Nacional Arqueológico (N.° 6703), “La persona o personas que, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 3 de la presente ley, no dieren cuenta de un hallazgo de bienes arqueológicos, o no pusieren estos en poder del Museo Nacional, serán sancionados con prisión inconmutable de tres a cinco años”.

Por lo anterior, el Museo Nacional busca crear conciencia entre las personas para que entreguen las piezas y eviten verse involucrados en un proceso judicial en un corto o mediano plazo.

¿Cómo se entregan las piezas?

Los interesados en devolver este tipo de bienes deben llamar al departamento de Protección de Patrimonio Cultural del Museo Nacional, al número telefónico 2296-5724, o bien escribir al correo proteccion@museocostarica.go.cr

Una vez que se pongan en contacto con los funcionarios, podrán coordinar una cita para trasladar los objetos hasta el Museo o para que los expertos vayan hasta la propiedad y los recojan.

En caso de que decida llevar las piezas, debe brindar al Museo Nacional el número de placa del vehículo, ya que “la ley sanciona a quien no notifique el traslado de objetos”, advirtió Calvo.

En el caso de las entregas voluntarias, no hay ninguna repercusión judicial.

Una de las razones que podrían explicar que tantas personas hayan adquirido colecciones tan amplias de piezas arqueológicas, las cuales pueden superar hasta las 1.000 piezas, es que en la década de los 60 y 70, la junta administrativa del Museo Nacional estaba conformada por coleccionistas.

“Eso generó una tendencia de que, si había un objeto repetido, se lo podía dejar el coleccionista (...)”, explicó Calvo.

“No son piezas repetidas, son únicas; lógicamente, en tiempos precolombinos, había estilos particulares y producción para el uso, igual que nosotros en la actualidad”, añadió.

La funcionaria considera que ese forma de actuar, por parte de la institución, se hizo a partir de una interpretación errónea de la ley, “porque ellos colectaban piezas para el Museo, se dejaban las más bonitas y después autorizaban hacer excavaciones a particulares”.