Padres van a ‘clases’ para recuperar a sus hijos

Un centenar de papás y mamás reciben formación todos los miércoles

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Si los niños vinieran con un manual sobre cómo educarlos o existiera una carrera universitaria en paternidad, quizás serían menos los tropiezos durante la crianza.

Lo cierto es que pocas responsabilidades llegan tan inmensas y, a la vez, con tan escasa preparación. Los errores no tardan en ocurrir.

Una iniciativa del Patronato Nacional de la Infancia (PANI) ofrece un espacio para enderezar faltas y sustituir prácticas que pudieran resultar perjudiciales o lesivas para los menores.

Cada miércoles en la tarde, un centenar de padres de familia asiste a la Academia de Crianza, en las instalaciones del PANI, en barrio Luján, San José, para recibir charlas y consejos prácticos sobre cómo ser mejores mamás y papás.

Desde que nació la Academia, en el 2010, unos 800 padres se han graduado cada año. El programa consta de ocho sesiones de dos horas cada una.

Para la mayoría de los participantes, recibir clases de crianza es un requisito para recuperar a sus hijos o evitar perderlos.

“Un 75% van obligados por alguna medida impuesta por el PANI o por los juzgados, y un 25% va por voluntad propia”, explicó Laura Chinchilla Barrientos, psicóloga y coordinadora del Centro de Cultura de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia.

“Los que asisten como medida obligatoria deben quedarse las ocho sesiones para que sean parte de la resolución del proceso que están llevando. En casos más serios, se suma a otros requisitos como tratamientos antidrogas o cumplir con una fase terapéutica individual”, añadió la experta.

Esta es la historia de Maureen Acosta, quien es mamá de mellizos de tres años y un niño de cinco. A la joven, de 27 años, se le exigió concluir el curso y, además, trabajar con una psicóloga del Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu) para recuperar la custodia del mayor.

“Esta es mi última sesión. Me he tenido que acomodar con el trabajo y pedir permisos, pero ha sido muy útil y me ha puesto a pensar. Yo siempre había sido muy confiadilla y ahora me doy cuenta de eso”, relató Acosta, quien trabaja en un restaurante de comidas rápidas para costearse los estudios.

Aunque la mayoría de los participantes empieza a asistir a la academia por obligación, algunos, como Maydole Rivas, de 55 años, encuentran el recurso tan útil que se quedan tras concluir las sesiones obligatorias.

“El PANI y el juez me exigieron empezar a venir y aunque solo tenía que cumplir con ocho; hoy ya llevo 18 sesiones”, aseguró esta vecina de León XIII, Tibás.

“He aprendido a escuchar (a mi hija), a dialogar y a negociar. Las charlas también le activan a una la autoestima y lo ponen a pensar; me parece fabuloso”, añadió.

Según Chinchilla, hay un grupo de unas 15 personas que tiene alrededor de dos años de estar participando regularmente.

Tal ha sido el éxito del programa que, a partir del año pasado, se empezó a reproducir en las oficinas locales del Patronato en Matina (con 75 participantes por sesión), Orotina (35) y Heredia (30).

La esperanza es ir aumentando la cobertura para facilitar el acceso de los padres a esta capacitación, pero sobre todo para que los niños puedan regresar con ellos.

“ Yo ahorita no los tengo y esto es parte de un proceso para poderlos recuperar”, aseguró Linda Marín, de 29 años y mamá de cinco hijos.

“Una también empieza a valorar más a los hijos y a darles el lugar que se merecen en la vida. Yo quiero devolverles el tiempo que les resté por estupideces y me siento lista para hacerlo”, añadió.