Mercados del país se visten de Navidad

Mayoría de tramos empiezan a mostrar la mercadería navideña a partir de noviembre

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En los mercados predomina una melodiosa algarabía en la que cada tramo tiene una tonada particular: “Lleve lanita, lana, la lanita para el portal”, “Tome fresca y buena la hoja”; “Señora, ¿cuánta masa para unas 40 piñas?”.

Un recorrido por los estrechos pasillos de los mercados de San José y Heredia evidenció cómo la Navidad invade la mayoría de los puestos, donde se reúnen tradiciones navideñas del pasado, las actuales, las criollas y las foráneas.

En esa variedad reposa el encanto de los mercados, que se ven llenos de figuras plásticas de san Nicolás, hojas para tamales, masa preparada y portales diminutos en una jícara hueca.

Un mall de 133 años. En el Mercado Central de San José, entre ventas de verduras, se halla el bazar La flor de Costa Rica, que desde hace 65 años le pertenece a Isabel Mena.

“Empecé vendiendo flores”, cuenta Mena mientras muestra un hato de vacas, cabras, bueyes, y hasta apóstoles de yeso, que han florecido en las repisas de su tienda con la esperanza de encontrar un portal que les brinde posada.

“¿Qué desea?, ¿qué busca, señora? Estos adornitos son míos”, le dice la vendedora a todo aquel curioso que se acerca a la puerta.

Justo al lado, en el tramo San Marcos, se ha edificado una torre de hojas de plátano que, según el propietario Gerardo Acuña, podría acabarse al finalizar el día. Pero cada mañana le agregan más rollos de hojas, que venden a ¢600.

“Todos los días se vende hoja fresca y de calidad y todos los años viene más gente que trae a la familia, a los amigos”, indica Acuña.

En este mercado de San José es posible encontrar las cosas más disímiles, cumplir la lista de regalos e ingredientes de la cena navideña.

Entre las posibilidades figuran las inmensas ollas de aluminio que ofrece El Cóndor, la tienda que Miguel Lizano adquirió hace 20 años, o la masa preparada que brindan las hermanas Ivette y Eugenia Muñoz, a ¢1.200 por kilo.

“Fue idea de mi mamá hace 72 años; lo mismo que usted ve aquí, es lo que ella vendía”, relata Ivette.

Al salir, llama la atención un local en el que cuelgan guitarras de juguete, muñecas de trapo con trajes rosados, bolas de plástico y caballitos “sonrientes” de madera.

Se trata de la Talabartería y Souvenir Moravia, atendido desde hace 25 años por Betty Fallas Delgado. El local atrae tanto a adultos, que ven desfilar sus recuerdos, como a los niños, quienes todavía se dejan seducir por muchos de esos juguetes tradicionales.

“Los padres deberían traer a sus hijos, ya que esta es la esencia de Costa Rica; este es el primer centro comercial del país”, afirma Fallas.

Portales y guineos. Es más pequeño y apasible, pero siempre abarrotado de luces, lana y portales. El Mercado de Heredia también enciende su encanto en esta época.

Mario Vargas es uno de los verduleros que aglutina en su tramo guineos que conviven con figuras de yeso del Niño o camellos que se acompañan de cebollas. El local llamado San Bosco está en sus manos desde hace tres décadas y cada año, desde el mes de noviembre, cambia parte de las frutas por productos navideños.

“Lo bueno del mercado es que no es necesario trasladarse para comprar otras cosas, situación que aumenta el estrés. Aquí se encuentra de todo”, argumenta Vargas.

En ambos mercados conviven colores, aromas y, sobre todo, personajes diversos llenos de vida.

En ocasiones se filtra un poco de ironía, como en la vitrina de la Talabartería y Souvenir Moravia, donde se ve casualmente al Niño Jesús escoltado por un serio soldado romano.