Cercanía de las lluvias empeora la situación

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El impacto de las lluvias sobre los taludes débiles y desprotegidos de las rutas 32 y 27 preocupa a los ingenieros del Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (Lanamme).

Según explican en sus informes, las fuertes caídas de agua por las paredes en estas carreteras erosionan con mucha rapidez los taludes y eso facilita que se precipiten sobre la calzada y pongan en riesgo a los conductores.

Luis Guillermo Loría, coordinador del Programa de Infraestructura de Transporte del Lanamme, sostuvo que “lo que en la época seca no se ve, durante el tiempo de lluvias sale a la luz”.

“Las lluvias desgastan los taludes tanto de la carretera a Caldera como los de la vía que comunica a Limón. Por ejemplo, en la 27 los colores naranja evidencian que ahí baja agua... y bastante. Se están llenando de herrumbre las estructuras de metal y concreto”, sostuvo Loría.

En el caso de la ruta 32, el funcionario sostuvo que debido a la complejidad para hacer obras en los taludes, que en su mayoría son muy empinados y llenos de vegetación, se debe pensar en soluciones más eficaces.

“Creo que no está mal retomar el tema de los túneles falsos porque estos protegerían a los conductores de la caída de rocas, tierra y hasta árboles en varios puntos de la carretera a Limón”, sostuvo Loría.

Los túneles falsos son estructuras metálicas que se instalan donde hay riesgo de derrumbes por inclinación de los taludes, con la intención de proteger a los conductores y pasajeros.

Originalmente, se pretendía ponerlos en el cerro Zurquí, donde hay más problemas, pero el ministro de Obras Públicas y Transportes, Pedro Castro, descartó la idea en marzo del año pasado debido a falta de presupuesto.