Iglesia afinará preparación de futuros matrimonios

Sacerdotes tendrán función de ayudar a divorciados a integrarse a Iglesia

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Si hubo una discusión constante durante el Sínodo de la Familia, en el que participaron 270 obispos de todo el mundo, fue que la Iglesia católica debe pulir la preparación que reciben los novios antes de caminar hacia el altar, con el objetivo de educarlos mejor para que, como matrimonio, afronten los desafíos de la familia actual.

En Costa Rica, la Iglesia se alista a recibir la guía del papa Francisco para echar a andar la renovación del cúmulo de preceptos que inculca en aquellos que desean construir un hogar bajo la fe católica.

El país estuvo representado en el Sínodo, que se efectuó en el Vaticano entre el 4 y el 25 de octubre, por el obispo de Cartago, y líder de la Pastoral Familiar, José Francisco Ulloa.

Para toda la vida. Según él, la intención de lo acordado por los obispos es que el matrimonio cristiano no se reduzca a una mera tradición, y mucho menos a una simple unión legal, sino que se dimensione, en palabras del obispo Ulloa, “como una llamada de Dios, que exige un atento discernimiento y madurez adecuada”.

“Por tanto, se ha de acompañar a la pareja en la comprensión de los contenidos de la fe y en los compromisos para toda la vida”, resumió el prelado.

Si bien hay pocas pistas aún sobre los cambios que se harán en la preparación de los novios para el matrimonio, Ulloa mencionó que una de las variantes sería involucrar más a los esposos con estabilidad y experiencia para que acompañen y ayuden a los recién casados durante los primeros años de unión.

La finalidad de sumar matrimonios curtidos es impedir que las relaciones inmaduras acaben en divorcio, un dolor de cabeza para la Iglesia católica nacional.

De los datos del Registro Civil se puede concluir que el país sufre una “epidemia” de divorcios; tan solo en el 2014 se registraron 10.864 separaciones contra 7.365 matrimonios católicos y 17.360 matrimonios civiles.

Las correcciones que estudió el Sínodo también alcanzan la educación sexual. Ulloa volvió de Roma con la idea de que los padres de familia se tienen que involucrar del todo en esa parte de la formación de sus hijos por ser este un aspecto que, según el obispo, influirá en el matrimonio.

“Una afectividad madura es clave para la felicidad y la duración de un matrimonio”, recalcó.

El líder diocesano no mencionó si está dentro de los planes de la Iglesia ofrecer educación sexual a los padres de familia para que la transmitan a sus hijos.

Lo más complejo. Si todas las precauciones fallaran y el matrimonio acabase en divorcio, la Iglesia también pretende estar a la altura de esas circunstancias.

El Sínodo, explicó Ulloa, decidió que los sacerdotes acompañen a los católicos divorciados para que los ayuden a formar conciencia y un juicio correcto sobre su situación espiritual.

¿Desembocará esa guía en la participación del divorciado en la eucaristía? La respuesta a esa duda persiste aún pues Ulloa planteó su contestación en términos de integración a las congregaciones, pero no de la activación del sacramento en esos casos.

Su posición parece coincidir con la de una buena parte del Sínodo, que mostró dudas sobre hasta dónde abrir las puertas de la Iglesia a los divorciados.