El ‘hermano Jiménez’: obispo vitalicio y ministro de Estado

Alto funcionario, hoy cuestionado, dijo que ordenación fue ‘para toda la vida’

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Era un domingo en la pura mitad del gobierno de Óscar Arias y aún humeaba el referendo del Tratado de Libre Comercio (TLC). Laura Chinchilla ya pintaba como candidata rival de Ottón Solís para el 2010 y Luis Guillermo Solís era un consultor a punto de irse a trabajar a Panamá como director regional de la Secretaría General Iberoamericana (Segib).

Melvin Jiménez Marín era un activista social y religioso, pero ese día cambió la identidad para siempre. Le llamarían “obispo”.

Esa mañana tuvo la ordenación obispal en la Iglesia luterana que él mismo fundó. Ese domingo 27 de abril del 2008 nadie podía imaginar que seis años después, él llevaría los controles de un gobierno como ministro de la Presidencia, aunque su cargo religioso sería una piedra el zapato.

Sotanas, casullas, báculo y mitra. Imposición de manos. Otros obispos de esta iglesia protestante e incluso uno anglicano. Melvin Jiménez era el centro de una ceremonia que de política tenía poco, salvo por la presencia del expresidente Rodrigo Carazo Odio, el excandidato liberacionista Rolando Araya y el entonces diputado José Merino, quien, incluso, tuvo acceso al micrófono ese día.

Era la consagración de Melvin Jiménez como obispo de la iglesia que congrega a unos 5.000 cristianos. Él, presbítero desde 1989, era fundador de la iglesia creada formalmente un año antes en el país y ligada a organizaciones sociales y proyectos con cooperación internacional privada.

Era el primer obispo luterano en Costa Rica y lo hacía para siempre, según dijo él mismo una semana después a La Nación .

“La consagración es de por vida”, declaró entonces sin saber que pronunciaba algo importante para una discusión seis años después, ya junto al presidente Luis Guillermo Solís, quien lo considera clave: “Es mi principal referente”.

Estaría bajo cuestionamiento por su doble condición de clérigo y ministro de Estado, algo así como “servir a dos señores” (Iglesia y Estado), en criterio de la Procuraduría General de la República.

Esa frase parece rozar con el último argumento en defensa de él, aportado este 27 de octubre en el caso en la Sala Constitucional, activado con el señalamiento de un abogado ligado a la Iglesia católica.

Las autoridades de la Iglesia Luterana Costarricense (ILCO) manifestaron a los magistrados, en documentos de este 27 y 29 de octubre , que al “Obispo Jiménez (así, en mayúsculas) “automáticamente dejó de fungir como obispo aproximadamente 15 días antes de la toma de posesión”, del 8 de mayo.

Esto sí coincide con lo que dijo Jiménez en la entrevista en mayo del 2008, al advertir que “el ejercicio (del obispado) tiene que ser revisado por la asamblea cada seis años”. Es decir, que la condición de obispo es vitalicia, aunque sus funciones se vencen cada 6 años de manera automática.

El ministro de la Presidencia, coordinador y vocero del Gobierno, es entonces, todavía, un obispo consagrado como tal, como “pastor de pastores”, según la estructura de esa iglesia, de la rama protestante del cristianismo.

Lo que alegan es que un obispo en la Iglesia luterana se entiende diferente de como se conoce en el mundo católico y, por eso, no estaría violando el artículo 149 de la Constitución Política, que prohíbe nombrar como ministros a clérigos. Este alegato de la Iglesia luterana coincide con la defensa presentada por Luis Guillermo Solís a la Sala IV, de que solo los presbíteros católicos tienen prohibido de ser ministros, en parte por ser esta la religión oficial del Estado.

“El Obispo cuenta con el claro apoyo de la ILCO. Somos conscientes de los riesgos que este apoyo implica pero nos ponemos en manos de Dios y confiamos en que la solidaridad y el espíritu fraterno y sororial de nuestras hermanas y hermanos de Iglesias y Agencias Cooperantes prevalezca sobre temores y dudas ante una situación inédita”.

Este es un extracto de la carta que envió Carlos Bonilla, pastor director ejecutivo de la Iglesia Luterana Costarricense (ILCO), poco después de que Luis Guillermo Solís confirmó a Melvin Jiménez como su ministro de la Presidencia, el 14 de abril de este año.

En otra parte de la carta, disponible aún en la página web de ILCO , se lee lo siguiente: “algunas personas de la ILCO nos involucramos activamente en la contienda electoral, conscientes de se estaba jugando el futuro de la Patria, y que de los resultados de esta elección dependía que la Economía y la Política nacional siguieran en el abismo de corrupción y latrocinio”.