Policías de frontera hacen de maestros por falta de docentes

Temas de clases: cómo prevenir la violencia, accidentes, dengue y serpientes

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Delta Costa Rica, Sarapiquí. Los 15 alumnos de la Escuela La Esperanza tienen unos maestros muy particulares desde que entraron a clases, el 10 de febrero: los policías del puesto fronterizo Delta Costa Rica, en Sarapiquí.

Isaías Matamoros, Rubén Molina y los compañeros del comando local asumieron su nuevo papel frente al pizarrón mientras el Ministerio de Educación Pública (MEP) consigue un docente para La Esperanza.

Estos policías de frontera no imparten clases de Matemática, Ciencias o Español.

Mientras llega el maestro definitivo, ellos se han encargado de que los estudiantes aprovechen el tiempo aprendiendo temas de la vida cotidiana que los protegerán de eventuales peligros ahí donde viven.

Matamoros y compañía les enseñan las medidas de prevención para evitar accidentes cuando viajan por el río y qué hacer si la panga donde viajan se vuelca.

Acostumbrados más a labores de vigilancia fronteriza, por estos días se han encargado de aprovechar el tiempo de clase de estos niños para enseñarles cómo evitar las agresiones sexuales, las mordeduras de serpiente y hasta cómo prevenir el contagio del dengue.

Estos policías no quieren que los niños pierdan el tiempo mientras el MEP da con el maestro o la maestra que seguirá con el curso lectivo.

Matamoros lo resumió así: “La formación va más allá de aprender a sumar, restar, saber Ciencias y Estudios Sociales”.

El otro extremo. El Centro Educativo La Esperanza fue inaugurado por la presidenta Laura Chinchilla en el 2012.

“Nosotros no pretendemos sustituir a los profesionales en Educación pues obviamente no estamos preparados pero sí es nuestro deseo ayudar a que los niños no pierdan el interés en el estudio”, comentó José Miguel Ramírez, jefe policial.

Fabián Segura, integrante de la Junta de Educación de La Esperanza, dijo que el pueblo está muy agradecido con el gesto de los policías de frontera.

“Son ellos los que tienen a los niños viniendo todos los días a la escuela. Son ellos los que están sacrificando parte de su alimentación para que esos menores almuercen. Realmente, es una acción hermosa”, resaltó el dirigente.

Además de los elogios, Fabián Segura criticó al MEP por la tardanza para designar el maestro.

“Ya vamos por la segunda semana de clases y seguimos esperando que la Dirección Regional, con sede en Puerto Viejo, solvente el problema. Ya ni atienden nuestras consultas telefónicas”, agregó Segura. Para ese ministerio no ha sido fácil esa tarea.

Según informó la oficina de prensa, quienes hicieron solicitud de nombramiento en La Esperanza rechazaron el traslado, y no ha sido posible encontrar a alguien dispuesto a viajar hasta allá. Sin embargo, continúan la búsqueda.

Motivados. Pese a que no tiene maestro, Jenifer Quirós, alumna de quinto grado, se levanta a las 4:30 a. m., todos los días, para estar en la escuela antes de las 7 a. m.

Ella camina tres kilómetros: “Lo hago porque quiero aprender, pero me siento afligida porque no tenemos quién nos enseñe las materias básicas. Yo tengo derecho aprender, pero me están negado ese derecho”, declaró la menor ante policías y padres de familia.

Felipa Ortiz, de 42 años, en una pequeña canoa rema una parte por el nicaragüense río San Juan y otra por el costarricense Colorado con sus cuatro hijos para que ellos asistan a la escuela.

“Siento que el Estado abandona la enseñanza en estos lugares. Que nos digan si van a nombrar al educador”, dijo.

Colaboró: la periodista Amy Ross