Liceo limonense inicia otro año de precarismo

350 alumnos volverán a clases bajo las graderías del Estadio Nuevo

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Corresponsal

Limón. Al mediodía del jueves pasado, una gran sonrisa iluminó el rostro de Angelo Soto cuando se enteró que volvería a encontrarse en las aulas con su amigo y compañero de escuela, Esteban Barrantes.

Ambos se convertirán este lunes en alumnos del Colegio Deportivo de Limón, sumándose en este curso lectivo a los cerca de 350 jóvenes que recibirán lecciones, de nuevo, en condiciones muy precarias.

Angelo estaba acompañado por su padre, quien llegó a comprar los uniformes, mientras que Esteban iba con su mamá, doña Catira, quien debía formalizar la matrícula mientras afuera la esperaba un taxista que, con la “maría” funcionando, hacía su agosto en febrero.

Los dos estudiantes de primer ingreso optaron por este liceo, situado a unos 4 kilómetros del centro de Limón, debido a la pasión que comparten por los deportes, pero sin conocer los altibajos que lo han marcado desde su creación, hace 19 años.

A lo largo de estas casi dos décadas, el centro educativo ha funcionado arrimado, entre otros, a las sedes limonenses de la Universidad de Costa Rica (UCR), de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) y del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA).

Desde el 2010 se instaló bajo las graderías del Estadio de fútbol construido en la ciudad de Limón por el Instituto Costarricense del Deporte (Icoder), en el 2006.

Con las uñas. El director de este colegio tan particular no es un funcionario de quejas.

Más bien, Errol Alterno destaca que, pese a tantas incomodidades, por segundo año consecutivo obtuvieron una promoción perfecta en las pruebas de bachillerato. Es decir, la totalidad de los alumnos ganaron los exámenes.

Sin embargo, el director admite que el inicio de cada curso lectivo nunca es fácil.

Cuenta que trabajó durante todo enero para limpiar, reparar y pintar las instalaciones, así como arreglar las zonas verdes, para que los muchachos de primer ingreso –como Esteban y Angelo– lo encuentren bonito y aprendan a apreciar la institución.

El problema es que esas mejoras no pueden ocultar el hecho de que reciben lecciones bajo graderías de cemento, donde se exponen a las altas temperaturas en los días soleados y a las inundaciones cuando hay temporal.

Como si no fuera suficiente, algunas aulas carecen de electricidad porque les robaron el cableado y reponerlo significa una inversión de unos ¢10 millones.

Por otras deficiencias también ha recibido llamadas de atención del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) y hasta enfrenta riesgo de cierre por el Ministerio de Salud.

Mientras el Icoder dice no poder intervenir porque el Colegio pertenece al Ministerio de Educación (MEP), este no actúa por estar situado en terreno ajeno.

El MEP inició en el 2013 la construcción de un nuevo edificio de 15 aulas, oficinas administrativas, comedor, tres baterías sanitarias y, por supuesto, instalaciones deportivas.

La obra de unos ¢1.000 millones se levantará en 7.400 metros cuadrados en los alrededores del Estadio, cedidos por el Icoder. Debía estar listo en marzo del 2014, pero los trabajos siguen.

Mientras tanto, Juan Luis Matarrita, supervisor de centros deportivos del propio Ministerio de Educación Pública (MEP), llegó a inspeccionar las instalaciones debajo de la gradería para determinar si reunían las condiciones mínimas para iniciar las clases.

Pese a todo, el Colegio cumple los objetivos de su creación.

Decenas de jóvenes talentos del deporte local han pasado por sus aulas y algunos se convirtieron en seleccionados y estrellas deportivas en disciplinas como el fútbol, baloncesto, atletismo, béisbol y el voleibol nacionales.

Entre ellos figuran las atletas olímpicas Sharolyn y Shantelly Scott, la primera ostenta el récord centroamericano en 400 metros vallas; así como Richard Smith, seleccionado de voleibol y primer jugador tico de esa disciplina en competir a nivel profesional, en Finlandia.

Con eso, posiblemente, es lo que sueñan Angelo y Esteban.