Familias batallaron 7 años para tener una nueva escuela

Centro unidocente tiene siete alumnos y cuenta con servicios eléctrico y teléfonico

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Cutris, San Carlos. A los habitantes de Chorreras, un pueblo fronterizo del distrito de Cutris en la zona norte del país, les tomó siete años cumplir el sueño de una escuela para sus hijos.

Fueron siete años de gestiones ante los ministerios de Educación Pública (MEP) y de Obras Públicas y Transportes (MOPT), así como mucho esfuerzo y sudor cargando materiales de construcción por los lodazales característicos de esa región en la margen tica del río San Juan.

La idea comenzó a rondar en el 2006 y, un año después, empujados por Jorge Rodríguez, el entonces supervisor del circuito educativo, lograron que el MEP aprobara la creación de la escuela unidocente. Poco después, las lecciones comenzaron en un viejo local de madera.

Dado ese primer paso, los padres y estudiantes siguieron soñando, esta vez con tener una escuela nueva. Fue entonces cuando se puso a prueba la persistencia de estas 35 familias.

“La escuela nos ha sacudido para emprender nuevas iniciativas de desarrollo. El pueblo es pequeño, pobre, pero tiene un norte muy definido, que es mejorar sus condiciones de vida”, manifestó Yanet Méndez, maestra y directora del centro educativo.

Proceso. El primer obstáculo fue que el terreno para levantar la nueva infraestructura se ubica en la milla fronteriza, área inalienable del Estado, por lo que se necesitaron muchos trámites para conseguir la autorización del MEP y la aprobación para recibir una donación privada.

A eso le siguió la lucha para que el MOPT arreglara el camino que les da salida a Coopevega, pues el que existía en el momento era totalmente intransitable.

Muchas veces, los habitantes de Chorreras tuvieron que caminar hasta 10 kilómetros, en medio de barreales, llevando al hombro los materiales de construcción.

“No teníamos otra opción pues el desastre de camino era tal que hasta los vehículos de doble tracción se pegaban en el barro”, recordó César Reyes, quien preside la Junta de Educación.

Prueba de esa calamidad, añadió Mario Cambronero, presidente del Comité de Desarrollo Integral, es que la maestra tenía que transportarse en burro.

Ahora lo puede hacer en carro, gracias al arreglo del camino, uno de los accesos que existen en la trocha fronteriza.

Con la estructura en pie y el camino abierto, luego tramitaron el servicio eléctrico ante la Cooperativa de Electrificación de San Carlos y hasta teléfono les instaló después el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE).

“La escuela nos ha traído muchas bendiciones”, dice Justin Zeledón, uno de los siete alumnos y uno de los dos que se graduarán de sexto grado.

Para Óscar Oviedo, director regional de Educación, este pueblo demostró que la pobreza no debe ser un muro ni un obstáculo. Ahora, los habitantes de Chorreras, a unos 100 kilómetros de Ciudad Quesada, están decididos a levantar el comedor escolar y la casa del maestro.