El 15% de la población estudiantil del MEP tiene adecuación curricular

Estrategia se usa para menores con necesidad especial o con líos familiares

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La campana suena a las 7 a. m. en la Escuela Dante Alighieri, en Lourdes de Montes de Oca.

Carlitos (nombre ficticio) comienza la clase a las 7: 30 a. m., pero no porque llegue tarde; él necesita media hora para adaptarse al salón de clases.

Durante ese tiempo, juega con tuquitos de madera. Luego, comienza la lección como el resto de sus 25 compañeros de quinto grado. Su maestra le “personaliza” la explicación que ya le dio al resto del grupo, y él sigue las indicaciones al pie de la letra.

Carlitos enfrenta autismo funcional, condición que le dificulta hablar y socializar. Por eso, el centro educativo modificó su plan de estudios y le da un acompañamiento especial.

Este apoyo es uno de los tipos de adecuación curricular que se aplica en Costa Rica.

Según la última estadística del MEP, del 2015, se registraron 145.223 alumnos con algún tipo de adecuación. La cifra representa el 15% de los 951.230 estudiantes matriculados ese año.

El número va en aumento: en el 2010, había 138.000 adecuaciones, y en el 2003 eran 84.000.

Se presenta más en primaria: del total de adecuaciones del 2015, 90.000 las tenían escolares.

Para el IV Informe Estado de la Educación, hay un aumento “inusitado” de la utilización de esa estrategia.

En el caso de Carlitos, su maestra, Ileana Madrigal, le proporciona apoyo con evaluaciones que tienen un menor nivel de dificultad. Además, una docente permanece con él durante las pruebas y se le da más tiempo para hacerlas.

“Su desempeño académico es levemente menor, pero muy parecido al del resto de grupo. El problema de él es de lenguaje, pero no así de comprensión real”, explicó Madrigal.

En la Escuela Dante Alighieri, de los 365 alumnos, 95 tienen apoyo curricular.

Para Gilda Aguilar, jefa del Departamento de Educación Especial del Ministerio de Educación Pública (MEP), las adecuaciones son apoyos educativos para alumnos que enfrentan algún desafío en su proceso de aprendizaje.

“Son un derecho de la población estudiantil y no un favor”, explicó Aguilar.

Tipos de adecuación. Carlitos tiene una adecuación significativa, que, generalmente, se le aplica a alumnos con discapacidad intelectual leve, moderada o grave.

Ese tipo de atención se solicita ante el Comité de Apoyo Educativo, conformado por docentes y orientadores, quienes definen qué tipo de asistencia requieren los alumnos de acuerdo con sus necesidades

También existe la adecuación curricular de acceso, en la que se dota de recursos a los alumnos con deficiencias motoras, visuales y auditivas. Por ejemplo, a un estudiante con problemas de visión se le coloca muy cerca de la docente.

Por último, están las adecuaciones no significativas que implican ajustes metodológicos y evaluativos por parte de los docentes para alumnos que presentan déficit atencional, problemas de disciplina, conflictos familiares, emocionales o conductuales. “El docente realiza una evaluación en su función diagnóstica y formativa; define las necesidades educativas del estudiante y determina la aplicación del apoyo ”, dijo Aguilar.

El padre de familia puede solicitar algún tipo de apoyo, mediante una carta al maestro.

Pese a las bondades de este instrumento, para el Estado de la Educación es preocupante la frecuencia con que se usa.

Según datos de ese estudio, en 1999, 59 de cada 1.000 alumnos recibían adecuación no significativa, y en el 2011, la cifra de estudiantes se había elevado a 120 estudiantes por cada 1.000.

De las 145.223 adecuaciones curriculares del 2015, el 81% (117.894) eran no significativas.

La inquietud de los especialistas es que el docente con buena formación debe ser capaz de aplicar estrategias pedagógicas para atender a la diversidad de los alumnos y sus necesidades, antes de recurrir a las adecuaciones de los programas.

Sin embargo, solo la mitad de los 600 educadores consultados en el estudio manifestó que conoce ese tipo estrategias.

“ El crecimiento de las no significativas dice algo. En algunos casos, es justificado, pero en otros, es pasar la bola. Si los docentes no son capaces de aplicar estrategias en el aula, puede ser la causa de que aumenten estas adecuaciones”, manifestó Isabel Román, coordinadora del Estado de la Educación.

Para Gilda Aguilar, del MEP, la percepción del aumento de este instrumento depende desde dónde se mire.

“Podría ser que obedezca a que, por fin, el sistema reconoce la diferencias entre los estudiantes”, manifestó.

El docente es el principal encargado de determinar y poner en práctica la adecuación curricular. Sin embargo, el Estado de la Educación reveló que cuatro de cada 10 educadores no se sienten preparados para hacerlo. Además, solo el 56% afirmó poseer el conocimiento para adaptar la enseñanza a los requerimientos de los alumnos.

Para Román, esta situación merece especial atención del MEP, pero también de las universidades, que son las que forman a los profesionales.

Con pocas palabras y muchas señas niña llegó a 4.°

A la Escuela Dante Alighieri, en Lourdes de Montes de Oca, hace cinco años llegó una niña de padres asiáticos pero nacida en Costa Rica.

Durante su infancia, solo se relacionó con sus papás y un hermano, y estos únicamente le hablan en mandarín. Por esa razón, no aprendió el español.

Cuando llegó a primer grado, sus maestras comenzaron a enseñarle el idioma, pero la tarea resultó muy complicada. Las señas se convirtieron en la principal forma de comunicación con la menor, que tuvo que repetir el año.

Ante las circunstancias y tras detectarle una leve discapacidad intelectual, en el centro de enseñanza decidieron hacerle una adecuación curricular significativa.

Actualmente, la alumna, de 10 años, está en cuarto grado, pero sigue un plan de estudios de primero, explicó la maestra Xiomara Hidalgo. En este se hace énfasis en Español básico y Matemáticas.

“Aunque es nacida aquí, ella tiene un desfase cultural; los papás no se han adaptado a nuestras costumbres. El papá no habla nada de español y la mamá solo un poco.

”Yo la pongo a escribir su nombre, a hacer sumas y restas, pero luego del mediodía, ella ya no quiere trabajar; cruza los brazos y se echa para atrás. Está muy cansada, dice”, relató la educadora.

En el aula, los compañeros le tienen mucho respeto, pues a pesar de que no habla mucho español, tiene liderazgo o, como dice su maestra, “don de mando”. Todos atienden sus indicaciones de hacer fila y ordenar cosas, pues, de lo contrario, ella los acusa con señas.

“Es hiperordenada. Este año ha tenido avances; la maestra itinerante la ve los lunes y eso la ha ayudado mucho. Ahora pinta sin salirse de la línea”, contó Hidalgo.