Carreras virtuales o híbridas: cinco estudiantes comparten los pros y contras

Personas con perfiles profesionales y académicos muy diversos contaron a ‘La Nación’ por qué decidieron optar por este tipo de educación

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Carolina Amador estudiaba Administración de Empresas con énfasis en Finanzas en una universidad estadounidense cuando la pandemia de la covid-19 llegó. Su vida cambió por completo y, sin experiencia previa de ella como estudiante y ni de sus profesores como docentes, tuvieron que llevar lecciones a distancia a través de plataformas de Internet.

“Fue virtualidad obligada. La dinámica era la misma, la diferencia era que veíamos las clases por Zoom, no hicieron nada para adaptarse. El profesor hablaba y hablaba. El estudiante no se involucraba en clases. A la hora y media era imposible mantener la atención y retener la materia. Los memes de estudiantes dormidos en clase más bien eran realidad”, destacó.

Amador regresó a Costa Rica y se dedicó año y medio a trabajar. El año pasado comenzó una carrera en modalidad híbrida: ciencias empresariales, en la Universidad Lead. Durante los primeros cuatrimestres fue virtual y a partir de mayo ya está en una modalidad híbrida. Desde el inicio sintió una gran diferencia con la vivida en aquella universidad en Dallas.

“Es un modelo pensado en educar en la virtualidad, los profesores aprovechan todos los recursos, ponen a los estudiantes a interactuar, hacen salas de discusión, nos ponen trabajo en clase para presentarlo al final. Otra cosa que he notado es que mucho de lo teórico se deja de previo a la clase, nos piden llegar ya con lecturas hechas o videos vistos para que la clase ya comience con una discusión. Eso me hace estar más atenta, se vuelve más entretenido”, manifestó.

Sin embargo, fue esa “virtualidad obligada” la que le dio a Angie Rodríguez la posibilidad de volver a estudiar después de muchos años. Ella comenzó a estudiar Comunicación Colectiva hace más de 20 años, pero por motivos de trabajo y de la crianza de sus hijos (hoy de 16 y 8 años) no había podido volver a concentrarse en ello. Que la pandemia enviara a todas las personas a estudiar desde su casa más bien fue su oportunidad. Ahí vio que el sistema sí funciona para ella, y continuó, terminó su carrera, comenzó la licenciatura y en medio de eso estuvo en procesos de capacitación a distancia brindados por la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (CINDE) y el Ministerio de Trabajo, donde tuvo clases intensivas de inglés, administración y emprendimiento.

“Me ha permitido estar con mis hijos, que además yo los atiendo, recibirlos cuando regresan del centro educativo. Si yo tuviera que ir de Heredia, donde vivo, a la Universidad de Costa Rica en San Pedro, serían dos horas de viaje en cada sentido. Sinceramente no habría forma de que los esperen a ellos cuando los deja la buseta a la casa y después estaría de regreso a mi casa a las 10 o 10:30 p. m.”, subrayó.

Hoy sigue en esa educación a distancia, terminando la licenciatura y buscando otras posibilidades a futuro.

“Solo he visto una mejora del proceso de aprendizaje”, añadió.

El caso de Christopher Mora es muy diferente. Médico especialista en endocrinología, una carrera en donde los estudios no solo eran presenciales e iban más allá de aulas y laboratorios, para entrar en centros de salud. Este amante de la fotografía decidió desarrollar esa pasión el año pasado, a través de un técnico en Fotografía en la Universidad Veritas.

“Hice la matrícula con el bloque completo y definitivamente todo era virtual. Como es un técnico en fotografía es interesante ver cómo se hace la virtualidad. Por ejemplo, hay clases de Photoshop; el profesor comparte pantalla, hace ejercicios y le deja a uno trabajo para clase y después es él se reúne y uno a uno y cada uno le comparte pantalla con el ejercicio. Todo se resuelve así”, explicó.

Marco Vinicio Espinoza ya había intentado estudiar anteriormente a distancia, sin éxito. Cuando vino la pandemia y se implementó el teletrabajo, comenzó a adaptarse al proceso, y esto le dio armas para un estudio desde su hogar. Hoy estudia un técnico en Marketing Digital y Gestión de Medios Digitales en la Universidad Hispanoamericana.

“La profesora que nos ha dado clases, da indicaciones, la materia y nos pregunta muy directamente, estimula la participación, entre los mismos compañeros se comenta. Uno siente que el curso sí está hecho para llevarse desde la casa. Aunque para uno a veces es muy sacrificado, yo trabajo en Moravia y vivo en Desamparados, tengo que asegurarme de llegar a tiempo para estar bien concentrado”, señaló.

Finalmente, el comunicador David Barrientos llevaba mucho tiempo de no estudiar cuando quiso buscar opción en algo muy diferente: el desarrollo de software, y cursa un técnico en la Universidad Cenfotec.

“La carrera se presta para que pueda ser virtual sin ningún problema. Como yo manejo mi horario de trabajo, yo puedo estar un rato tranquilo antes de comenzar (...) También me gusta no tener que desplazarme, no tener que alistarme, yo viajo en moto y no tengo que mojarme. En los break yo me levanto y me acuesto en la cama o voy y me como algo en la misma cama. No tengo que alistar comida para llevar una lonchera”, destacó.

Lo más difícil

Sin embargo, esto no quiere decir que cada uno de ellos no haya tenido que adaptarse a estas diferentes modalidades. Para Amador, lo más difícil fueron las clases de Matemática Financiera. El profesor incluso propuso más reuniones y centros para poder resolver dudas y dijo que de ser del caso los vería de forma presencial.

Para Mora, lo más difícil fueron aspectos técnicos, de, por ejemplo, el funcionamiento de las cámaras.

“Cada estudiante tiene un modelo diferente, entonces preguntar dónde está x opción en tu cámara es más difícil, el profesor no está ahí para agarrarla, y entonces lo que hace es que busca en Internet el modelo, y si no lo encuentra muy bien pues busca en YouTube, pero eso sí fue algo particular”, recordó.

“Igual cuando le están a uno enseñando a usar luces de estudio, tal vez tu luz no es la misma que tiene el profesor, o uno puede comprar la que recomiendan. Uno se las medio ingenia compartiendo pantalla o con la cámara de la compu, pero cuesta”, añadió.

Barrientos comentó que, en su caso, como el área de estudio es muy distinta a su carrera anterior, hay aspectos que son más difíciles de comprender. En este sentido, él agradece que tenga profesores que están dispuestos a aclarar dudas y, de ser necesario, tener reuniones virtuales en tiempo extraclase, de forma que todo le quede más claro al estudiante.

Abrirse a la presencialidad

Algunas de las opciones que estos estudiantes llevan sí dan la posibilidad de clases presenciales. Por ejemplo, la carrera que Amador cursa es híbrida y en mayo pasado comenzó con algunas lecciones presenciales. Ella señaló que esto le permite concentrarse mejor, pero también tiene otras facilidades. Si no puede ir algún día, puede conectarse desde su casa y recibir la clase, y tiene las grabaciones de cada lección, para poder repasarlas en caso de dudas.

“Yo prefiero la presencialidad porque pongo más atención, pero en mi día a día, como trabajo, es mejor la presencialidad; no tengo desplazarme, ni vivir las presas. No me pierdo clases ni enfermo a nadie si estoy con un virus”, añadió.

Mora indicó que en su caso sí hay cursos que se han ido abriendo a la presencialidad y se les da las dos opciones a los alumnos, o se han realizado giras para tomar fotografías.

Espinoza señaló que de vez en cuando sí sería bueno alguna lección presencial en temas que sean más técnicos o de mayor dificultad, donde sea más fácil tener al docente en el mismo espacio físico.

Cuando sí y cuando no

Los cinco estudiantes son conscientes de que este tipo de educación no es para todo tipo de carreras o materias, ni para todo tipo de persona.

Rodríguez fue enfática en que los sistemas virtuales o híbridos son para adultos; los niños y adolescentes necesitan del centro educativo no solo por el aprendizaje, también por la socialización y el desarrollo de otras habilidades.

La experiencia en Medicina de Mora le hace ver que esa carrera sería imposible sin presencialidad completa.

“Anatomía jamás se podría hacer de manera virtual al 100%, uno necesita manejar cadáveres y ver modelos para aprender de la anatomía. Fisiología es muy teórica al principio, pero uno realiza experimentos en los laboratorios que no hay forma, hay materiales que uno no podría comprar, se venden solo a Universidades. Hacer rotaciones en hospitales es imprescindible”, subrayó.

Medicina e ingeniería civil fueron otras carreras mencionadas por Amador, Barrientos y Espinoza.

Sin embargo, ellos están claros de que este modelo educativo les abrió las puertas y les está dando una opción que no sería tan fácil si tuvieran que desplazarse a las aulas.