Comedores escolares ‘salvan’ a familias pobres en vacaciones

MEP ofrece servicio de almuerzo en 141 escuelas y colegios del país

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Joseph Flores, de 9 años, comía un plato de arroz, frijoles, picadillo de chayote, ensalada y fresco de cas en el jardín de niños Finca La Caja, ubicada en La Carpio, San José.

Su madre, Maritza Amador, quien también llevó a sus otros dos hijos, de seis y cuatro años, a almorzar ahí, le decía que se terminara todo el plato, ya que él no había desayunado.

“Fue una salvada, una bendición. Me ahorro tres platos de comida al día y así no tengo que pedir tanto fiado. He logrado bajar lo que debo en la ‘pulpe’. La situación económica en mi familia no es buena; mi esposo es ayudante de construcción y a veces no hay trabajo”, contó Amador, la semana pasada.

El Ministerio de Educación Pública (MEP) decidió mantener abiertos 121 comedores estudiantiles en todo el país, desde el jueves 10 de diciembre y hasta el 5 de febrero del 2016.

Shileydi Tercero, cocinera encargada del comedor en La Carpio, manifestó que la respuesta ha sido satisfactoria. De los 300 niños inscritos para el beneficio, llegan más de 200 al día.

“No pensé que fueran a venir tantos niños a comer en vacaciones. Hay chiquitos que sabemos que es la única comida al día que tienen; lo que hacemos es llenarles el plato para que se vayan bien llenitos. Otros niños piden repetir; a ellos nunca les negamos un segundo plato. Vienen con mucha hambre”, relató Tercero.

La cocinera explicó que, al final del día, sobra comida. Lo que hacen es repartirla entre algunos padres de familia para que la aprovechen en sus casas.

Mesa para seis. Los dos hijos, tres sobrinos y una niña que cuida María Auxiliadora Lacayo, vecina de La Carpio, no han faltado un solo día desde que se abrió el comedor en este jardín de niños.

El ahorro que representan estos seis almuerzos le permite a esta humilde familia guardar dinero para poder cenar.

“La economía del hogar va un poco mal; yo apenas recibo ¢100.000 y en la casa vivimos once personas, incluidos mi hermana y su esposo, a quien apenas les alcanza para vivir.

”Muchas veces lo que hay para desayunar son dos baguettes . Eso lo repartimos entre todos. A veces, los chiquillos no desayunan y desde las 10: 30 a. m. están pidiendo que ya nos vengamos”, relató esta madre.

Según comentó Lacayo, el dinero apenas les da para conseguir arroz y frijoles. A veces pueden comprar un salchichón “para cambiar”.

“Comprar pollo o carne, es imposible. Aquí sí les dan eso. El año pasado, en vacaciones, cuando no tenía qué darles para comer, mandaba a mis dos hijos donde su papá, pero, este año, el papá se fue de la zona.

”Estoy preocupada porque perdió el trabajo y no creo que me llegue la pensión los próximos meses”, aseveró Lacayo.

La apertura de los comedores escolares beneficia a 41. 226 estudiantes de primaria y secundaria, según datos del MEP.

La inversión en alimentos, pago de servidoras y otros costos asociados al servicio, ronda los ¢731 millones, que se cubrirán con el presupuesto del Ministerio de Educación.

Dicha iniciativa contempla un plan de fiscalización. Funcionarios del MEP realizarán evaluaciones en los 121 centros educativos, con el fin de acompañar, ajustar y mejorar el diseño y su implementación. El objetivo es institucionalizar la medida en el futuro.

“Los niños están muy agradecidos con la comida. Ellos se van felices de aquí”, contó Tercero.