Volcán amenaza aldea y atrae turistas en Guatemala

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Los Pocitos, Guatemala (AP). Los enormes ríos de lava que amenazan a la aldea Los Pocitos y que provocaron la evacuación forzada de dos familias, no asustan a los turistas que comenzaron a llegar para ver el espectáculo natural.

“Hemos pedido que las autoridades del parque nacional Pacaya no dejen entrar a las personas. Esto es peligroso”, dijo el vocero de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), David de León.

La erupción del volcán Pacaya del 27 de mayo dejó un muerto, cientos de casas destruidas y lanzó toneladas de piedras y arena sobre la ciudad de Guatemala. Antes de eso, una turista venezolana y su guía guatemalteco murieron cuando les cayó encima un derrumbe de piedras en la ladera del volcán.

“El peligro es que llegue a la aldea. Anoche había menos lava y cada momento es más grande el río, estos campos de lava ya existían y había hecho erupción antes, pero nunca tanto como ahora”, dijo Amalia Colindres, una habitante de Los Pocitos.

Los extranjeros, sin embargo, parecen menos preocupados y contratan guías para llevarlos a la falda del volcán.

“Antes tenía preocupación, pero ahora estoy tranquilo, no se ve que sea algo violento que pueda estallar”, dijo el turista canadiense Alexandre Cagné. “Me vine siguiendo a una chica”, dijo y señaló a una joven rubia de unos 22 años que desciende por la ladera que conduce a un punto elevado desde donde se puede ver el río de lava.

La turista española Ana Villén dijo no sentir temor. “Venimos con un guía de 18 años de experiencia”, señaló.

Los guías de turismo Manolo Taj y Rolando Menchú se quejaron de que no han tenido ingresos desde el miércoles, cuando cerraron el parque nacional Volcán de Pacaya.

“Es una medida estúpida restringir la medida al turismo. Deberían reabrir el parque”, dijo Taj. Cobra 40 dólares por persona para llevar a los turistas a las faldas el volcán.

El técnico en geofísica del Instituto de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología, Francisco Valdez, explicó que aunque no es recomendable acercarse a la lava, la posibilidad de una lluvia de lava sobre los visitantes es remota. “El Pacaya no es el tipo de volcán que haga eso... además cuando hay una erupción grande, no comienza de un solo sino que aumenta poco a poco” añadió.

En la entrada a la finca donde han llegado los ríos de lava, un grupo de voluntarios pide diez quetzales (cerca de 1,25 dólares) a cada visitante como una contribución para los sobrevivientes de la erupción, cuyas casas quedaron destruidas el mes pasado.

“Solo el fin de semana vinieron 2.000 personas más o menos”, explicó Lourdes Barillas, quien está a cargo de la recaudación.

Además de los lugareños para quienes el flujo es una distracción de la monotonía de la vida en el pueblo, cientos de capitalinos han llegado al lugar para ver el paisaje.

Los guatemaltecos arrojan palos y hojas de plátano para envolver tamales y así poder ver cómo arden inmediatamente al contacto con la lava ardiente.

Por la noche el rojo incandescente de la lava se hace más intenso. Los aldeanos caminan y recitan cánticos mientras pasean una imagen de la Virgen de Guadalupe. Muchos son de Los Pocitos, para algunos de ellos la lava destruyó los pastizales para el ganado según explicó uno de los lugareños.