Violencia y crisis política en aniversario de invasión a Irak

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Bagdad. AFP Irak conmemoró ayer, en un contexto de aumento de la violencia y de empeoramiento de la situación política, el décimo aniversario de la invasión encabezada por Estados Unidos para tratar de tener un aliado estable y democrático en Oriente Medio.

El evento fue recibido con poca fanfarria en Bagdad, un día después de que una ola de atentados y ataques con armas de fuego mataran a 56 personas en todo el país, y tras el inicio de un boicot al Gobierno por parte de algunos ministros.

Al-Qaeda, la red extremista intregra el Estado Islámico de Irak (ISI), se adjudicó la responsabilidad de la violencia en declaraciones publicadas ayer en foros yihadistas. “Lo que ocurrió es la primera etapa que, si Dios quiere, continuará con la venganza de aquellos que habéis ejecutado”, dijo el ISI.

En Washington, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, rindió homenaje al “sacrificio” de las tropas de su país, pero tuvo pocas palabras para el pueblo iraquí, y en cambio prometió apoyar a los veteranos estadounidenses heridos en el conflicto.

La celebración del aniversario tendrá lugar probablemente el 9 de abril, día de la caída de Bagdad.

La violencia se ha incrementado antes del aniversario, especialmente el martes, con 120 persones muertas la última semana, según un recuento basado en informes oficiales de seguridad y médicos.

Polémica misión. La ofensiva lanzada hace una década con el objetivo declarado de acabar con las armas de destrucción masiva de Sadam Husein, que nunca fueron encontradas, se centró rápidamente en convertir a Irak en un aliado de Occidente en una región inestable.

A pesar de que la guerra en sí fue relativamente breve –comenzó en marzo de 2003, Bagdad cayó semanas más tarde, y George W. Bush declaró la misión cumplida el 1.° de mayo– sus consecuencias han sido violentas y sangrientas.

Desde las disputas territoriales en el norte hasta las cuestiones sobre el reparto de los ingresos en materia de energía, un número de problemas de primer orden siguen sin resolverse, y el primer ministro, Nuri al-Maliki, se ha enfrentado con sus antiguos socios de gobierno. El martes, el poderoso clérigo chiita Moctada al-Sadr suspendió la participación de su bloque en las reuniones del gabinete de unidad nacional en respuesta a las decisiones parlamentarias de al-Maliki.