Vida en capital de Corea del Sur transcurre con normalidad pese a ambiente tenso

Incertidumbre sobre acciones desde Pionyang preocupa a ciudadanos

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Seúl . Hoy comienzo a contar, con cuentagotas, cómo transcurre la vida en Corea del Sur con los vientos que vienen desde su vecino del norte.

Son vientos de guerra, vientos fríos. Acá en Seúl, aunque el sol brilla, la temperatura alcanzó el sábado apenas los 10 grados Celsius, pero aún así, la vida no cambia para los 10 millones de habitantes de esta capital.

En el centro de esta ciudad hay rascacielos que sobresalen por la irreverencia de sus arquitectos e ingenieros, las aceras no conocen la basura; aquí, las ventas de tiliches están a pocas cuadras de las puertas de Gucci, Salvatore Ferragamo y otras casas de lujo.

Justo frente a una tienda de cosméticos, ubicada en la primera planta del enorme edificio de la tienda por departamentos Lotte, más de 100 jovencitos se amontaron ayer, mezclados entre fotógrafos y camarógrafos subidos en escaleras, para poder mirar a una estrella del espectáculo coreano.

En medio de esa espera, una pareja de adolescentes, con abrigo y gorros, se daba calor con besos intensos. Para ellos, no soplan vientos de guerra.

A comer. Bajé al mercado que hay en el sótano de Lotte. Allí, bajo tierra, la comida preparada y en proceso bullía por la aglomeración en la plaza de comidas. Unos la compraban para consumir allí, otros para llevar. Carnes, pescados, embutidos. Carne en palillos. Pescados y mariscos en bandejas. Todo como un domingo normal.

Caminé por los pasillos y subí las escaleras, salí otra vez a la calle, y los jovencitos seguían esperando a su “estrella”. Allí me fijé en otro gran detalle: ni uno solo tenía las manos vacías. Todos llevaban un Samsung o un LG listo para tomar fotos. Esta es la tierra de esas famosas marcas de celular y su publicidad está a cada media cuadra, pues no hay negocio que no los venda.

Pasé luego frente a un Starbucks y la vida era igual. Entré a un McDonalds, estaba casi lleno. No hay mejor forma de comparar el costo de un país que comprando un combo de Big Mac. Acá, cuesta 5.800 won, casi $6. Parecido al precio en Costa Rica.

Al embajador costarricense, Manuel López Trigo, y su esposa, Marta Núñez, los vi anoche. Ellos, también llevan una vida normal. No han cambiado hábito alguno porque, aseguran, no se justifica.

Al menos por ahora, acá en Seúl todos los vientos de guerra son parte de la retórica del régimen del joven líder Kim Jong-un.

Eso sí, en la mente de surcoreanos, en la mente mía y en las informaciones de la CNN que vemos acá, solo queda la duda de qué hará Corea del Norte hoy lunes. ¿Lanzará o no lanzará misiles para celebrar los 100 años del nacimiento de su fundador, Kim II Sung?

Para eso viajé hasta aquí, para contar cómo vive este país los vientos de guerra que llegan desde Pionyang.