Un minuto de silencio y rosas por las víctimas

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Oslo. EFE y AFP. Noruega entera se sumió ayer, al mediodía, en un minuto de silencio nacional en recuerdo de las personas que murieron el viernes en el doble atentado del centro de Oslo y del campamento juvenil de la vecina isla de Utoya.

El homenaje paralizó el centro de la capital escandinava y estuvo encabezado por la familia real noruega y el primer ministro del país, el laborista Jens Stoltenberg, en un acto solemne frente al edificio central de la Universidad de Oslo.

Cientos de personas enmudecieron congregadas en los memoriales improvisados en varios puntos de la capital, el transporte público se detuvo y las televisiones locales callaron por 60 segundos, tras casi 48 horas de información ininterrumpida sobre la tragedia, mientras en todo Oslo tan solo se percibía el graznido de las gaviotas.

A continuación, el rey Harald y Stoltenberg se adentraron en el auditorio del complejo universitario para abrir con su firma el libro oficial de condolencias en el más estricto silencio.

El minuto tuvo lugar una hora antes de que el autor confeso de los ataques, Anders Behring Breivik, comenzara a declarar en el Juzgado de Distrito de Oslo.

Por la noche, toda la ciudad de Oslo se llenó de rosas, unas 150.000 alzadas al cielo, durante varios minutos, en los cuales los habitantes de Oslo se concentraron en el puerto para rendir un sentido homenaje a las víctimas del doble atentado.

No se recuerda en Noruega una concentración tan multitudinaria desde la Segunda Guerra Mundial.

El lunes por la noche, los noruegos afluían desde los cuatro costado de Oslo con una flor en la mano para asistir a lo que se ha dado en llamar “el desfile de la rosa”.

“Vinimos por solidaridad, para estar todos juntos y compartir nuestra pena”, explicó Tone Mari Steinmoen, de 36 años. “Es un momento de comunión importante para nuestro país”, añadió.

“Esta noche, las calles están llenas de amor”, declaró el príncipe heredero Haakon, ovacionado por la muchedumbre a orillas del fiordo de la capital noruega.

“Los que se encontraban en el barrio gubernamental y en Utoya eran blancos del terror. Pero nos alcanzó a todos”, añadió bajo los aplausos.

“Estamos aquí para demostrar que somos una sociedad de mentalidad abierta y respetuosa”, comentó Roy Kvatningen, de 37 años, que acudió con su hija de seis al caer la noche de ayer.