Un ejército azafrán ayuda a víctimas de sismo en China

Miles llegaron tras la catástrofe para ayudar a sobrevivientes

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Jiegu, China. El Comercio/GDAUna semana después del terremoto de 7,1 que convirtió a Jiegu en una ciudad de escombros, el ejército azafrán de monjes budistas continúa de pie.

Se les llama así por el color de sus vestiduras. Han venido desde distintos monasterios de la planicie tibetana para rescatar a sobrevivientes del sismo del 14 de abril, incinerar a los muertos, repartir agua y comida, orar y consolar a sus pobladores.

Desde que ocurrió la catástrofe, miles de monjes han llegado hasta Jiegu en camiones o cruzando las montañas a pie, de monasterios como Surmang, Sershul, Sekar o Garze, Serda y Lahrong en Sichuán, encabezados por sus budas vivientes.

El ejército de azafrán ha sido el héroe de los pobladores de la destruida Jiegu, en la provincia china de Qinghái, vecina del Tíbet.

Mientras que algunos socorristas de la etnia han padecieron mal de altura o enfrentaron las barreras del idioma, los monjes, tibetanos en su mayoría, buscaban a los sobrevivientes, escarbando entre los escombros hasta con sus propias manos.

Tres días después del terremoto, cremaron cientos de cadáveres en la cima de las montañas, entonando cantos fúnebres según los rituales budistas. Aquel sábado, el buda viviente Angwen Danbarenqing, del monasterio de Jiegu, insistía en que más de 2.110 cuerpos fueron incinerados, aunque el Gobierno solo reconocía mil muertes.

En la plaza de Jiegu, los monjes levantaron una carpa destinada a la oración. “Reza por tus muertos” se lee en tibetano y chino. Las velas iluminan un retrato del Dalái Lama. El 97% de la población de Jiegu es de la etnia tibetana y considera al Dalái su líder espiritual.

Cada mañana después del primer rezo, los monjes distribuyen las tareas. Algunos marchan con picos y palos, en busca de alguna señal de vida en las montañas de escombros. Otros, recorren las localidades aledañas con víveres que reparten entre los damnificados.

Muchas de estas labores las comparten hombro a hombro con soldados del Ejército chino, que desde el 2008 se hallan en la zona para evitar posibles manifestaciones contra el Gobierno chino, como sucedió en marzo de aquel año. Dolor por los muertos. China recordó ayer a las víctimas del terremoto con tres minutos de silencio. Sin embargo, ningún monje fue incluido en la ceremonia oficial.

Desde su exilio en la India, el Dalái Lama pidió el sábado a Pekín que le permitieran visitar la zona para consolar a las víctimas. No ha vuelto a la meseta tibetana desde que huyó del Tíbet en 1959, tras un levantamiento fallido. El Gobierno chino lo considera un separatista que solo persigue la independencia de la región tibetana.

Es remota la posibilidad de que el Dalái Lama obtenga un permiso para su viaje a Qinghái, la provincia donde nació, lo admiten los propios lugareños.

Sin embargo, Jiegu es un pueblo muy devoto, donde los budas vivientes tienen autoridad suprema. Algunos han dicho que solo quieren verlo antes de morir.