Trono de san Pedro sigue vacío tras primer día de cónclave

Segundo cónclave del tercer milenio comenzó de acuerdo con las previsiones

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ciudad del Vaticano. AP. Un denso humo negro emergió ayer de la chimenea de la Capilla Sixtina al cielo encapotado de Roma para anunciar que la Iglesia católica sigue sin papa, en uno de los momentos más trascendentales de su historia.

Miles de fieles de todos los países desafiaron la lluvia y la fresca noche romana para seguir en directo el resultado en la plaza de San Pedro. Pero, como era de esperar, la primera votación del cónclave no logró el consenso suficiente y ningún candidato reunió los 77 votos necesarios para ser elegido pontífice.

Aunque era de noche y en el anterior cónclave del 2005 hubo algunas dudas sobre el color de las fumatas, en esta ocasión el humo fue muy denso y evidentemente negro, lo cual no dejó espacio a equívocos gracias a los nuevos elementos químicos introducidos en la quema de papeletas.

Los 115 cardenales, incomunicados con el mundo exterior, realizarán cuatro votaciones en los días sucesivos.

Siguiendo el guion. El segundo cónclave del siglo XXI y el primero en 700 años para elegir al sucesor de un papa que renuncia, comenzó siguiendo el rito previsto, paso a paso.

Primero se celebró una misa en el interior de la basílica de San Pedro, presidida por el decano del Colegio Cardenalicio, Angelo Sodano. Horas más tarde, los purpurados iniciaron una lenta procesión hacia la Capilla Sixtina, entre plegarias en canto gregoriano, implorando la ayuda de los santos para orientar su voto.

El Vaticano mostró, por medio de una señal de televisión, cómo los cardenales, uno por uno, prestaban juramento en latín con la mano sobre los Evangelios para guardar secreto sobre el encuentro y tomaban asiento en el interior de la capilla.

Al terminar, Guido Marini, responsable de Celebraciones Litúrgicas Pontificias, pronunció la frase extra omnes (todos fuera) y cerró desde dentro las puertas de la capilla. Solo los 115 cardenales quedaron en su interior para decidir en absoluto secreto el nombre del papa que guiará a la Iglesia.

El ritual del voto consiste en que cada cardenal sostiene una papeleta doblada en alto, se acerca al altar y coloca su voto en un platillo antes de volcarlo en una urna oval mientras dice: “Llamo como mi testigo a Cristo Señor, quien será juez de que mi voto será para la persona que, delante de Dios, creo que debe ser elegida”.

Solo el humo blanco anuncia que la Iglesia eligió al pontífice número 266 de la historia. La llamada “sala de lágrimas” de la Capilla Sixtina, a la que entran los papas nada más ser elegidos, está preparada con la clásica vestimenta papal blanca en tres tallas diferentes.

Posteriormente, su nombre será dado a conocer al mundo en el balcón de la basílica de San Pedro tras la famosa frase en latín Habemus Papam (Tenemos papa).