Semanario francés Le Canard Enchaîné cumple 100 años de periodismo

No tiene página web ni Facebook; tampoco publicidad ni fotografías

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Con su diagramación anticuada, sin fotos ni publicidad, Le Canard Enchaîné es un bicho raro en el mundo de la prensa y sigue cumpliendo tras un siglo de existencia en Francia su rol de semanario satírico, revelador de los trapos sucios del poder.

Cada miércoles, la clase dirigente, ministros y legisladores recorren este "pato encadenado" de cabo a rabo, a la búsqueda de las informaciones confidenciales que ponen al desnudo la comidilla del poder y que convierten a la famosa y mordaz sección de su segunda página Mare au canards (El estanque de los patos) en una de las más temidas de la prensa francesa.

La lista de los escándalos revelados a lo largo de 100 años de vida es larga. Muchas de ellas gravitaron sobre la vida política francesa hasta obligar a renunciar a ciertos responsables, como la excanciller Michèle Alliot-Marie en el 2011.

El periódico había revelado poco antes sus vacaciones en Túnez en pleno sublevamiento del presidente de la época Ben Alí y los privilegios de que había gozado gracias a un empresario cercano al poder.

Una de las revelaciones más famosas fue la de los diamantes regalados por el dictador centroafricano Jean-Bedel Bokassa al presidente Valéry Giscard d'Estaing, un escándalo que envenenó el fin de su mandato y allanó el camino a la victoria electoral de su adversario socialista, François Mitterrand, en 1981.

A principios de los años 1980 el Canard (palabra que significa a la vez pato en francés y periódico en argot) fue quien desenterró el pasado oscuro del exministro de De Gaulle Maurice Papon, inculpado por crímenes contra la humanidad y condenado en 1998 a 10 años de cárcel por su papel en la deportación de judíos de Francia durante la Segunda Guerra Mundial.

En 1989, otra de sus investigaciones permitirá detener y condenar a otro excolaboracionista francés con la Alemania nazi, Paul Touvier, al poner al desnudo su protección por una asociación católica tradicionalista.

Contracorriente. Mezcla de periodismo satírico, de investigación y humorístico, el Canard, cuyos redactores cultivan un perfil bajo firmando a menudo artículos con seudónimos, nada a contracorriente.

En momentos en que la prensa compite con aplicaciones multimedia para seducir a los nuevos lectores de tabletas y smartphones, el semanario se mantiene fiel a su versión única en papel, con ocho páginas en blanco y negro en formato sábana y apenas un toque de rojo en primera plana.

Sin publicidad, prácticamente ausente de las redes sociales, sin página Facebook y con una cuenta en Twitter de contenido limitado, tiene una página en internet en la que solo se publica la primera plana.

Una apuesta muy arriesgada en la época actual, señala Laurent Valdiguié, periodista francés coautor del libro Le Vrai Canard que critica al semanario. "Tal vez el futuro les dé la razón, pero al estar ausentes del ámbito digital (...) dentro de diez años los jóvenes no sabrán ni lo que es".

"Nuestra fórmula tiene aspecto anticuado, pero al mismo tiempo funciona bien", responde Louis-Marie Horeau, jefe de redacción del diario. "No descartamos evolucionar algún día, pero lo haremos con prudencia (...) el secreto de la libertad es la independencia financiera".

La primera versión del periódico se publicó el 10 de sptiembre de 1915, antes de ser suspendida al cabo de cinco ediciones por su fundador Maurice Maréchal y de volver a los quioscos al año siguiente, bajo una nueva fórmula.

Enel 2014, el Canard resistió a la crisis un poco mejor que el resto de la prensa francesa, con una merma de sus ventas del 2,5%, pero manteniendo sus finanzas a flote.

Su difusión se elevó a unos 390.000 ejemplares vendidos por semana en promedio. Los abonos bajaron un 4,4%, pero las ventas en quiosco se mantienen.

Y sigue con balance positivo: sus ingresos apenas cayeron un poco el año pasado a 24,4 millones de euros, mientras que los beneficios aumentaron 20%, a 2,4 millones.

"Están sentados sobre una montaña de oro (sus reservas están evaluadas a un centenar de millones de euros, según los expertos), pero...¿Por cuánto tiempo?", se interroga Patrick Eveno, historiador de la prensa francesa, que señala un lectorado "provincial, que envejece y disminuye".