San José
La religión tiene derecho a expresar sus criterios para ponerlos al servicio de las personas, pero, dado que Dios las creó libres, "no es posible una injerencia espiritual en la vida personal", advirtió el papa Francisco en una entrevista dada a conocer este jueves y en la cual rehúsa condenar a los homosexuales y a quienes cometen un aborto.
En una extensa conversación con la revista La Civilta Cattolica --órgano de la Compañía de Jesús, a la cual pertenece el Pontífice--, este plantea la urgencia de que la Iglesia se enfoque a "curar heridas" y acercarse a "los corazones de los fieles". Agregó: "Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene alto el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas".
Así cómo lo expuso durante su visita a Brasil en julio -- la primera de su pontificado, que ya cumplió seis meses--, el antiguo cardenal de Buenos Aires insistió en la necesidad de que los sacerdotes salgan de los templos. "Los ministros del Evangelio deben ser personas capaces de caldear el corazón de las personas, de caminar con ellas en la noche, de saber dialogar e incluso descender en su noche y su oscuridad sin perderse. El pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios 'clérigos de despacho'.
Francisco también reconoció que hay expectativas y prisa por cambios en la Iglesia católica, pero se inclinó por dar tiempo pues "desconfía de de las decisiones tomadas improvisadamente. "Hay que esperar, valorar internamente, tomarse el tiempo necesario"; discernir, para evitar la ambigüedad.