FRÁNCFORT
Manifestantes incendiaron al menos cuatro autos policiales e hirieron a dos agentes el miércoles mientras las autoridades enfrentaron a activistas anti austeridad de izquierdas que intentaban boicotear la ceremonia de inauguración de la nueva sede del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort, Alemania.
La policía dijo que hay 350 personas detenidas. Los manifestantes protestan contra la entidad por su papel supervisor en los esfuerzos para moderar el gasto y reducir la deuda en países con problemas económicos como Grecia.
Varios miles de agentes antimotines persiguieron a lo que describieron como una minoría de activistas violentos, mientras el grueso de los asistentes continuaban con la protesta de forma pacífica antes de una marcha en la plaza principal de la ciudad. Algunos bloquearon calles y puentes sobre el río.
El ministro alemán de Justicia, Heiko Maas, dijo que todo el mundo tiene derecho a criticar instituciones como el BCE. Pero los disturbios van más allá de los límites en la batalla de las opiniones políticas.
Cientos de agentes rodearon la sede del BCE antes de la ceremonia de inauguración, que se produjo como estaba previsto. El presidente del organismo, Mario Draghi, dio las gracias a los invitados “por estar aquí pese a la difícil situación fuera”.
"La nueva sede del banco central es un símbolo de lo que Europa puede conseguir unida", afirmó.
Un agente resultó herido por las piedras lanzadas por manifestantes cerca de la ópera Alte Oper de la ciudad, dijo la policía. Varios vehículos privados ardieron durante la noche y se prendió fuego a dos autos policiales en una comisaría del centro. Otro vehículo policial quedó calcinado a una manzana del BCE.
La alianza Blockupy dijo que los activistas tenían previsto intentar bloquear el edificio y alterar lo que describieron como negocios capitalistas.
Se espera que unas 10.000 personas se manifiesten en la principal plaza del centro financiero alemán, Roemerberg. Entre los participantes habría sindicatos y el Partido Izquierda alemán.
El BCE forma junto a la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional la conocida como troika, que vigila el cumplimiento de las condiciones de los rescates a Grecia y otros países europeos en apuros económicos. Entre los requisitos están la reducción del gasto y el déficit, medidas que buscan controlar la deuda pero que son considerados también responsables de las altas tasas de desempleo y el lento crecimiento.
Los activistas contrarios a la austeridad recibieron un impulso político cuando el partido izquierdista Syriza ganó las elecciones nacionales en enero tras una campaña contra el rescate s sus condiciones, que dicen creó una crisis humana en el país. Sin embargo, su rechazo a las condiciones llevó a que se retuvieran nuevas ayudas y abrió la posibilidad de que el gobierno cayera en un caótico impago de su cuenta.
El presidente del BCE, Mario Draghi, ha pedido a gobiernos con las cuentas saneadas como el alemán que aumenten el gasto, una petición en su mayoría ignorada por los líderes.