Hallazgo de arte daría pista para buscar obras robadas

Régimen de Hitler vilipendió trabajos, los robó, expropió, destruyó o malvendió

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Berlín. EFE. El hallazgo de 1.500 obras de pintores como Picasso, Nolde o Matisse abandonadas en la casa de un anciano en Múnich, podría suponer un importante paso en la laboriosa búsqueda de las piezas robadas en los años 30 por los nazis o confiscadas tras haber quedado marcadas como “arte degenerado”.

El tesoro de Múnich se descubrió en el 2011, pero solo el domingo salió a la luz, gracias a un reportaje de la revista Focus ; al respecto, los medios alemanes especulan sobre la existencia de más obras todavía no descubiertas.

Meses después de iniciarse la investigación sobre los cuadros, valorados en 1.000 millones de euros ($1,348 millones) y hallados entre restos de comida, latas de conserva y basura en la casa de Cornelius Gurlitt, de 80 años, el anciano intentó poner a la venta en una subasta El domador de leones , de Max Beckmann.

El portavoz de la canciller, Steffen Seibert, afirmó ayer, en una rueda de prensa, que el Gobierno estaba desde hace meses al tanto de la investigación, en manos de la Fiscalía de Augsburgo, y ha ofrecido expertos para analizar las obras.

Tras el paradero. Autoridades e investigadores siguen, desde hace décadas, la pista de estas obras que el régimen de Adolfo Hitler expropió, robó, destruyó o malvendió , e intentan resolver la maraña legal que permitiría la restitución a sus propietarios –sean museos o particulares–.

A partir de 1933, los directores de los museos que habían coleccionado arte moderno, comenzaron a ser destituidos, mientras las obras expresionistas, impresionistas, surrealistas o abstractas pasaban a quedar proscritas y almacenadas en depósitos y almacenes.

La campaña de difamación sobre estas obras alcanzó su punto culminante con la exposición Arte degenerado , una muestra que comenzó en 1937 en Múnich, impulsada por el ministro de Propagada del Reich, Joseph Goebbels, y que peregrinó por numerosas ciudades e Alemania.

Cientos de miles de alemanes visitaron la exposición –considerada todavía una de las más vistas de la historia del país– para escandalizarse ante las pinturas, dibujos y esculturas que el régimen mostraba como ejemplos de arte “enfermo” y “decadente”.

Las mencionadas obras de arte se exponían amontonadas, en salas mal acondicionadas junto con mensajes propagandísticos que las ridiculizaban como “descomposición espiritual”, “fantasías enfermizas” o “ceros a la izquierda desquiciados”.