Grecia se impacienta por la recuperación que no llega

País puso en práctica políticas de austeridad que han fracasado del todo

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Nea Ionia, Grecia. Alexandra Nikolovieni, de 55 años, perdió su empleo escoltando a niños pequeños en un autobús escolar hace cuatro años y no ha podido encontrar otro desde entonces.

Para ayudarle financieramente, su hija y su yerno, que tienen dos hijos, se mudaron a su casa. Pero ahora ellos también han perdido sus puestos.

Nikolovieni, voluntaria en una cocina popular en este suburbio de Atenas, dice que cada mes ve a más y más personas como ella, calificando por despensas y escogiendo zapatos usados para ellas mismas o sus hijos.

“¿Las cosas están mejorando? No lo creo”, dijo.

En ninguna parte, las políticas de austeridad han sido más agresivamente probadas –y en general, han fracasado tanto en cumplir con los resultados prometidos– que en Grecia. Después de más de cuatro años de frugalidad, la paciencia se agota, y los signos de mejora no se filtran a las vidas de los griegos promedio.

Ahora, después de que su Parlamento no logró elegir un presidente, obligando a elecciones anticipadas , Grecia enfrenta un punto de transición en la forma de sanar su devastada economía.

Hora de elegir. En las votaciones generales del 25 de enero, un gobierno de coalición de centroderecha que se aferra a las políticas de austeridad enfrentará a un carismático rival de izquierda, para el cual es hora de que Grecia tome su futuro en sus manos y actúe para estimular el crecimiento.

Cualquiera que sea el camino que elija el país, el resultado probablemente tendrá amplias implicaciones para Grecia y su lugar en la Unión Europea.

Entre los formuladores de políticas y economistas internacionales, el debate en torno de la austeridad sigue siendo tan intenso como siempre. La canciller Ángela Merke, de Alemania, la defensora de más alto perfil del argumento de que solo a través de la prudencia fiscal las naciones pueden lograr la estabilidad y la prosperidad, ha cedido poco terreno aun cuando países más grandes y más influyentes, como Francia e Italia, han empezado a oponerse a sus demandas.

A nivel de la calle en Grecia, ya hay poco debate, si alguna vez lo hubo. Las imágenes del sufrimiento aquí no han sido diferentes de las granulosas fotografías en blanco y negro de Estados Unidos en los años 30. Los suicidios han aumentado. Los autos permanecen abandonados en las calles. La gente hurga en la basura en busca de comida.

Unas 900.000 de los más de 1,3 millones de personas que no tienen trabajo no han tenido un salario en más de dos años.

Kostas Polychronopoulos, quien dirige una cocina popular operada por voluntarios en Atenas y ha estado sin empleo desde 2009, dijo que había visto muchas cosas impactantes en los últimos años, incluida una anciana en un abrigo de pieles que miró desde la distancia por mucho tiempo antes de finalmente acercarse a aceptar la comida.

Cuando él insistió en llevarla a su casa, descubrió que vivía en un departamento vacío.

Incluso los simpatizantes del primer ministro, Antonis Samaras, dicen que enfrenta una batalla difícil para convencer al electorado de mantener el rumbo de austeridad.

Su principal oponente, Alexis Tsipras, promete desafiar a los acreedores de Grecia , renegociar la enorme deuda, reducir algunos impuestos y trabajar para restablecer las pensiones.

Propuesta de rebelión. Es poco claro adónde podría conducir ese desafío, si los acreedores de Grecia estarían dispuestos a cambiar su enfoque o si Grecia, incluso, podría encontrarse en la posición sin precedentes de enfrentar la expulsión de la zona euro, o incluso del bloque europeo.

Sin embargo, para muchos griegos que lo han perdido todo, la rebelión quizá sea una opción que no puedan resistir, aun cuando sea atemorizante.

Michalis Mitsopoulos, un economista que ha escrito dos libros sobre la crisis, dice que muchas de las ideas de Tsipras son inviables. Sin embargo, añade, muchos griegos están desesperados, y se dicen a sí mismos: “No tengo empleo. Voy a perder mi casa. Mis hijos no tienen futuro ¿Qué más me puede pasar?”.

Aun cuando se creyera a las más recientes y optimistas proyecciones, a Grecia le tomaría 15 años recuperar los empleos que ha perdido, dijo Panagiotis Liargovas, director de la Oficina Presupuestaria del Parlamento.

“La mezcla no fue la correcta”, dijo Liargovas sobre las medidas de austeridad. “Fue una cura que casi mató al paciente”.

En una amplia revisión del programa de Grecia en 2014, el Fondo Monetario Internacional (FMI) encontró que muchas de sus predicciones habían fallado. Hubo una aguda caída en las importaciones, pero poca ganancia en las exportaciones. La deuda pública superó las predicciones originales. Los ingresos previstos por la venta de activos públicos se quedaron cortos. El sistema bancario, percibido como relativamente sólido al inicio del rescate, empezó a tener problemas con el deterioro económico.

Viendo en retrospectiva, el FMI concluyó que se habían cometido muchos errores, incluido un excesivo énfasis en elevar los impuestos en vez de recortar los gastos. Además, el organismo sobreestimó la capacidad del Gobierno para cumplir con los cambios que le demandaba porque estaban resultando políticamente impopulares y porque las instituciones griegas eran mucho más débiles de lo que se creía.

En los últimos cuatro años, los tres prestamistas han demandado más de 800 acciones al año, dicen funcionarios griegos, requiriendo cientos de nuevas leyes, en ocasiones cambiadas y vueltas a adoptar a pocas semanas o días.

Fragilidad. Administrar estos cambios habría sido difícil en un país con instituciones sólidas, pero las de Grecia son frágiles, estaban llenas de designados políticos mal calificados.

Expertos dicen que incluso ahora el sistema de recaudación fiscal griego no funciona. Investigaciones sobre la élite griega y sus cuentas secretas en el extranjero han zozobrado .

El único punto brillante ha sido el turismo; pero incluso en las islas más famosas, como Corfú, hay poca sensación de alivio. Muchos turistas llegan con paquetes de tarifas rebajadas o de todo incluido. Los salarios de los empleados de hoteles han sido recortados severamente, y a muchos no se les ha pagado en meses, según sindicatos y el mismo alcalde de Corfú, Kostas Nikolouzos.

Nikolouzos dijo que le preocupa que los drásticos recortes presupuestarios puedan afectar la capacidad de las islas para atraer turistas. El municipio tenía antes 13 millones de euros al año para reparaciones capitales. Este año, el presupuesto es de un millón de euros, aunque las carreteras se deterioran y algunos aldeanos ya no pueden beber agua del grifo.

Eleni Alexaki, de 56 años, ha trabajado como mucama de hotel por más de 20 años. Estaba limpiando 20 habitaciones al día al inicio de la crisis y ahora limpia 35, mientras que su salario ha pasado de 1.600 euros al mes a 985.

“Y nos aterrorizan. Nos dicen: ‘Ahí está la puerta’”.