Festejo reunió a quienes fueron parte de la Unión Soviética

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Moscú. EFE. Medio millón de personas llegadas de todos los rincones de la antigua Unión Soviética, incluido el líder ruso, Vladimir Putin, se sumaron ayer a una multitudinaria marcha para honrar a los combatientes contra el nazismo en la Segunda Guerra Mundial.

“Soy muy feliz, ya que mi padre está conmigo, pues tengo su retrato en mis manos, y cientos de soldados pueden acudir hoy (sábado) a la plaza Roja, aunque sea en fotos, de la mano de sus familiares”, expresó Putin, quien encabezaba el llamado “regimiento inmortal”.

En su mayoría rusos, pero también ucranianos, uzbekos, caucásicos, siberianos, bielorrusos y moldavos, recorrieron las calles de Moscú con las fotos de sus padres, abuelos o bisabuelos, muchos de los cuales murieron en las trincheras.

Otros resultaron heridos y algunos incluso llegaron al mismísimo Berlín y participaron en la toma del Reichstag , cruento episodio que precipitó la capitulación de la Alemania nazi, en mayo de 1945.

Esta iniciativa, surgida al margen del Kremlin, intentó evitar que Putin se apropiara completamente de una fiesta popular en la que varios millones de personas salieron a las calles para celebrar la victoria lograda a sangre y fuego.

“El valor de esta acción es que no nació en los despachos, sino en los corazones de nuestras gentes”, señaló el líder ruso.

Putin no quiso ser menos y, una vez que la columna del “regimiento inmortal” arribó al corazón de Moscú, se les unió todo orgulloso con la foto de su padre para marchar por la plaza Roja.

El padre de Putin, Vladímir, a quien describió como “un soldado de a pie”, fue herido cuando el Ejército Rojo intentaba romper el cerco de Leningrado , según reconoció recientemente el propio líder ruso en un artículo.

Mientras, los veteranos dieron brillo a sus medallas y órdenes, y acudieron a la marcha o a los parques para recibir flores como reconocimiento por su heroísmo, una tradición muy arraigada en este país.

Esta vez, la ciudad estaba llena de orgullosos niños, adultos con fotos de sus padres, abuelos o bisabuelos, fueran estos originarios de Rusia o de las otras antiguas repúblicas soviéticas.

“Mi padre combatió en Stalingrado y llegó hasta Berlín”, dijo con orgullo Dmitri, que acudió con toda la familia a la plaza Pushkin para participar en la marcha del “regimiento inmortal”.

El alto el fuego en Ucrania entre las tropas ucranianas y los separatistas prorrusos permitió a varias familias de la región rebelde de Donetsk viajar a Moscú para participar en la marcha, aunque el bastión separatista celebró ayer su propio desfile militar.

También había representantes del oeste de Ucrania, tradicionalmente nacionalista y antirruso, como la familia de Vladímir, procedente de la ciudad de Lvov.

Casi todos los niños y numerosos adultos llevaban la tradicional gorra militar soviética con la estrella y la hoz y el martillo, a lo que se suma la cinta de san Jorge, símbolo desde hace unos años en Rusia de la victoria sobre las tropas hitlerianas.

Con la excepción de los cosacos y los popes ortodoxos, dedicados a defender los “valores patrióticos” y evitar desviaciones occidentales, que iban ataviados con su vestimenta tradicional.

La alegría la ponían los grupos de música tradicional rusa, que animaron la fiesta con sus acordeones y balalaikas, en especial al interpretar Katiusha , el auténtico himno popular ruso.