El excontador de Auschwitz acepta su culpa y pide perdón

Gröning podría ir a prisión hasta 15 años por ‘complicidad’ en 300.000 homicidios

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Luneburgo, Alemania. AFP. En el primer día de su juicio en Alemania, Oskar Gröning, excontador de Auschwitz, pidió “perdón” a las víctimas del Holocausto y asumió su culpabilidad “moral”, pero distinguió su trabajo del de los verdugos.

“Para mí, no hay ninguna duda de que comparto una culpabilidad moral”, declaró el antiguo SS, de 93 años, durante una larga declaración pronunciada con voz firme, apoyada en recuerdos precisos. “Pido perdón”, agregó.

“En cuanto a la cuestión de la responsabilidad penal, les corresponde a ustedes decidir”, dijo al tribunal de Luneburgo. Gröning, quien se expone a una pena de entre 3 y 15 años de cárcel por “complicidad en 300.000 homicidios agravados”, podría ser el último nazi juzgado.

La audiencia, celebrada en una sala de espectáculos por la gran afluencia de medios y la presencia de 67 partes civiles, sobrevivientes y descendientes de las víctimas, fue traducida simultáneamente en inglés, hebreo y húngaro.

El anciano, quien entró en la sala junto a sus dos abogados y ayudándose con una andadera, no eludió ninguna pregunta y se defendió con firmeza hasta la suspensión de la audiencia. El juicio se reanudará hoy.

Oskar Gröning (viudo, jubilado, con dos hijos de 65 y 70 años) relató cómo fue su adhesión voluntaria a las Waffen SS (la milicia de las SS) en octubre de 1940, y su primer puesto en la administración, para ser transferido luego a Auschwitz en 1942. Allí permaneció hasta el otoño de 1944.

Relato. Al describir la vida cotidiana en el campo de concentración, se esforzó por marcar la diferencia entre su trabajo y el de los guardias directamente implicados en el exterminio, asegurando que su tarea consistía principalmente en “evitar los robos” de los equipajes de los deportados.

Se le acusa de haber “ayudado al régimen nazi a sacar rendimiento económico de los asesinatos en masa”, enviando el dinero de los deportados a Berlín, y de haber asistido a la “selección” que separaba a los deportados considerados aptos para el trabajo, de aquellos que eran inmediatamente ultimados.

“Había mucha corrupción y tenía la impresión de que existía un mercado negro” en el interior del campo, centrado en los relojes de oro de los recién llegados, se defendió Gröning, al asegurar que no tuvo “nada que ver” con el procedimiento de los asesinatos.

Además, insistió en que pidió en tres ocasiones ser transferido al frente, en vano, para justificar sus intentos de abandonar el campo, “conmocionado” por las escenas que había presenciado.

Tras su llegada, en noviembre de 1942, había visto a un guardia matar a un bebé solo, que “lloraba”, tomándolo de los pies y golpeándolo contra un vagón. Su superior, cuenta, admitió que “este hecho no era particularmente aceptable”, pero dijo que su salida del campo era “imposible”.

El antiguo contador, quien regresó a Alemania después de la guerra, nunca se escondió. Antes de ser atrapado por la Justicia, había contado a la prensa y a la televisión su pasado en Auschwitz, y entonces afirmó que quería “combatir el negacionismo”.

Cerca de 1,1 millones de personas, incluidos alrededor de un millón de judíos de Europa, murieron entre 1940 y 1945 en el campo de Auschwitz-Birkenau .