Dos papas, dos santos y miles de dispositivos móviles

Francisco no suele correrse a los selfies y durante las audiencias generales se ha tomado fotos con parejas de novios recién casados y con estudiantes; en esta ceremonia no hizo excepciones tampoco.

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La canonización de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II, sobria y solemne, no escapó de la omnipresente mirada de la cámara de los dispositivos electrónicos.

Estos estuvieron en manos de peregrinos y autoridades políticas y eclesiales que no dudaron en sacar fotografías en presencia del papa Francisco y de Benedicto XVI, también partícipe de la ceremonia.

Esta doble canonización, calificada ya de histórica, suscitó la curiosidad de cientos de miles de personas que llegaron a la Ciudad Eterna para participar en la ceremonia y todos querían (al menos) una foto.

Durante esta jornada, conocida ya como “de los cuatro papas”, tanto los peregrinos como las autoridades presentes hicieron lo posible para tener una foto junto al Papa.

La moda del selfie con el Papa se desató el 31 de agosto del pasado año, cuando Francisco rompió el protocolo en la basílica de San Pedro del Vaticano para acercarse a un grupo de jóvenes que aprovechó para hacerse una autofoto con el pontídice argentino.

Adiós al protocolo. En esta ocasión fueron algunos de los líderes políticos de las casi 100 delegaciones que presenciaron la ceremonia quienes protagonizaron las anécdotas.

Es el caso del presidente polaco, Bronislaw Komorowski, el líder del país de procedencia de uno de los nuevos santos, Karol Wojtyla, Juan Pablo II.

Tras la ceremonia, en el momento de la pleitesía, Komorowski, al llegar ante la presencia de Francisco, rompió el protocolo para pedir a su esposa, Anna Komorowska, que le fotografiara con el pontífice. Hizo lo mismo estando junto a otros políticos asistentes a la ceremonia.

No fueron los únicos, sino que a los polacos les siguió, entre otros, el representante del senado filipino, Rodolfo Fariñas, que utilizó su teléfono móvil para fotografiarse, titubeante, con el papa y con el prefecto de la Casa Pontificia, monseñor Georg Ganswein.

Otro pedido insólito fue cuando una pareja, la mujer vestida con traje hindú, le tomó la mano al papa Francisco y se la colocó en la cabeza para tomarse una foto.

En ninguna de las fotos se vio a Francisco parecer incómodo. Más bien parecía disponible mientras los delegados le entregaban cartas, le pedían consejos y le hablaban, en algunos casos, más de la cuenta.

Así es Francisco, que no suele correrse a los selfies y durante las audiencias generales se ha tomado fotos con parejas de novios recién casados y con estudiantes.

El autorretrato ha existido desde hace siglos, pero con la nueva tecnología, las cámaras incorporadas en los teléfonos y sus conexiones a las redes sociales, el género tomó nuevo vuelo. Está presente en todo tipo de galas, ceremonias y actividades, como lo estuvo también hoy.