Ángela Merkel y Martin Schulz buscan seducir a los indecisos en Alemania

Extrema derecha muestra avances al final de la campaña, según sondeos

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Berlín

Ángela Merkel, favorita de las elecciones legislativas del domingo, y su rival socialdemócrata, Martin Schulz, intentaron este viernes movilizar a sus seguidores y atraer a los indecisos en un final de campaña marcado por el ascenso de la derecha nacionalista.

En su último mítin celebrado en Múnich, en el sur de Alemania, la canciller de 63 años tuvo que escuchar los abucheos de un grupo de asistentes durante todo su discurso.

"Desde luego, no vamos a construir el futuro con pitos y gritos", declaró Merkel, imperturbable.

La dirigente se ha convertido en las últimas semanas en el objetivo de pequeños grupos afines a la derecha populista que la han abucheado en cada uno de sus mitines.

Ante miles de personas reunidas en Berlín, Schulz se mostró más combativo que nunca, a pesar de los malos resultados que predicen los sondeos. El candidato socialdemócrata denunció "la frialdad social" de una canciller sin "visión de futuro".

También atacó con virulencia al partido de derecha nacionalista Alternativa para Alemania (AfD), que calificó de "vergüenza" para el país.

A dos días de las elecciones, la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Merkel y su aliado bávaro (CSU) obtendrían entre el 34 y el 36% de los votos, según dos sondeos publicados este viernes por los institutos Insa y Forsa, un resultado cercano a su segundo peor resultado de la historia (35,1% en 1998).

Pero su rival socialdemócrata apenas lograría entre el 21 y el 22%, su mínimo histórico, según esas encuestas.

Es cierto que más de un tercio de los interrogados aún se declaran indecisos sobre su voto del domingo.

Es la AfD la que consigue el ascenso más claro en este final de campaña, alcanzando entre el 11 y el 13% de las intenciones de voto.

El partido ha radicalizado su campaña, centrando sus ataques contra los migrantes, los musulmanes y el arrepentimiento por los crímenes nazis.

"Creo que haremos un buen resultado (...) Esperamos ser la tercera fuerza política" del país, expresó un simpatizante, Arne Siegel, de 55 años, durante un mitín en Berlín el jueves por la noche.

"Europa, el euro, los migrantes, hay que enmendar las leyes para que vayan en nuestro interés, en interés del pueblo alemán", según él.

Confianza en Merkel. Por su parte, los conservadores de Merkel no dudan de la victoria de su jefa, un comportamiento que no solo ha provocado una aburrida campaña electoral, sino también la irritación de los simpatizantes de AfD, que vieron en ello una nueva prueba de "la arrogancia del poder de los últimas años de Merkel", según el semanario Spiegel.

Fiel a su estilo, la canciller -que dirige el país desde hace 12 años- no ha propuesto nada demasiado concreto. Simplemente ha lanzado el tranquilizador mensaje de una "Alemania donde se vive bien", al margen de los riesgos exteriores simbolizados por Donald Trump o el brexit.

Su rival, Schulz, no ha conseguido convencer al denunciar las injusticias en un país en pleno crecimiento, donde el desempleo está en su nivel más bajo desde la reunificación.

La perspectiva de la llegada de la derecha nacionalista al Parlamento -algo inédito para un partido de este tipo desde 1945- ha generado también una serie de polémicas.

El brazo derecho de Ángela Merkel en la cancillería, Peter Altmaier, se ganó varias críticas -incluso de su propio campo- al declarar que más valía abstenerse que votar por AfD.

El ministro socialdemócrata de Relaciones Exteriores, Sigmar Gabriel, replicó denunciando una "capitulación" de la CDU "frente al populismo de derecha".

Merkel excluyó gobernar con los extremos, y en estos incluye tanto al AfD como a la izquierda radical, que se disputan el tercer lugar en los sondeos.

La opción más simple en teoría, y sinónimo de continuidad en la política alemana, sería repetir una gran coalición con los socialdemócratas.

Otra posibilidad para la canciller: una alianza con el partido liberal FDP, que parece va a retornar al Bundestag tras haber salido del parlamento en 2013, y con los Verdes.

Sin embargo, las divergencias entre ecologistas y liberales sobre el futuro del diésel o la inmigración serán difícilmente solubles en caso de que se optara por esta vía.