Sueños de una ‘revolución árabe’ ya han producido cambios impensables

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Madrid. EFE. Los sueños de una “revolución árabe” de libertad, que miles de manifestantes tratan de hacer realidad en Egipto, ya produjeron cambios que hasta hace poco eran impensables en Túnez, Yemen y Argelia.

En Túnez, la “Revolución de los jazmines” acabó con el régimen de Zine el Abidine ben Alí. En Yemen el presidente Ali Abdalá Saleh declinó presentarse a un nuevo mandato y en Argelia Abdelaziz Buteflika anunció el jueves que derogará el estado de emergencia que rige desde hace 19 años y que coarta la libertad de expresión y de manifestación.

Buteflika expresó que el estado de emergencia se derogará “en un futuro próximo”, sin precisar si será antes del viernes 12 de febrero, cuando están convocadas marchas para pedir la anulación de esa medida, que para el poder frena el terrorismo y para la oposición, las libertades.

En Jordania, líderes de grupos islámicos han pedido al rey Abdalá II que apruebe reformas políticas que conduzcan a la formación de un “gobierno parlamentario”, informó ayer un comunicado de los Hermanos Musulmanes.

Hasta ahora, el rey se encarga de nombrar los ministros, que suelen ser elegidos entre personalidades de la vida pública, debido a la ausencia de grandes coaliciones o partidos políticos en el Parlamento, dominado por grupos tribales o pequeñas formaciones.

Al calor de las revueltas populares en Túnez y Egipto, Abdalá II cesó el 1.° de febrero al Gobierno de Samir Rifai y designó como primer ministro a Maruf Bajit. Además, solicitó a Bajit acometer “reformas políticas reales y rápidas”.

No más. En Yemen, el país árabe más pobre, durante las protestas los participantes corearon consignas contra la perpetuación del Presidente, así como contra la corrupción e instaron a la revolución.

Mientras, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) prohibió anteayer en Cisjordania cualquier manifestación o protesta relacionada con “asuntos regionales”, en alusión a las demostraciones en solidaridad con el pueblo egipcio.

En las “jornadas de la ira” los árabes expresaron a sus dirigentes el mensaje de que sus sueños de futuro no caminan juntos. Mientras los primeros sueñan con una justicia distributiva, los segundos lo hacen con perpetuarse en el poder a través de constituciones o linajes.

El primer presidente árabe en convertir su país en una república monárquica fue el presidente sirio, Hafez al Asad, quien antes de morir en 1999 dejó como heredero a su hijo, Bachar al Asad.

Bachar, quien lleva 11 años al frente del país aún no ha derogado una ley decretada en 1963 que coarta las libertades y que fue dictada dos años antes de que él naciera.

A pesar de que en la Libia del coronel Muamar al Gadafi el régimen desmiente una presunta dinastía, en la sombra del dirigente se vislumbra Seif El Islam, de 40 años, como su heredero.

En Marruecos jóvenes internautas convocaron para el 20 de febrero una manifestación para animar a la democratización.