Rabia y temor marcan labor de rescate en crucero italiano

Equipos de socorro reanudaron ayer la búsqueda de 28 desaparecidos

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Isla de Giglio, Italia. AFP. Los socorristas reanudaron ayer la búsqueda en el casco del Costa Concordia tras horas de interrupción debido a oscilaciones del navío semihundido, mientras familiares de los desaparecidos expresaban indignación y cólera contra el comandante del crucero.

La rabia de los familiares se acrecentó ayer después de que el peruano Saturnino Soria, padre de la joven desaparecida Érika, pidió públicamente a las autoridades italianas que el comandante del navío, Francesco Schettino, no quede impune.

“En otro país estaría en la cárcel, pasaría un mal momento, no estaría tranquilamente tomando café con su madre”, comentó, por su parte, el indio Kevin Rebello, hermano de Russel, uno de los tripulantes desaparecidos.

La liberación del controvertido comandante del crucero, principal responsable de la tragedia, quien se encuentra en arresto domiciliario en su residencia, generó irritación entre los parientes de las víctimas que esperan noticias en la isla de Giglio, lugar de la tragedia.

Acusado de homicidio culposo múltiple, abandono de nave y naufragio, por lo que corre el riesgo de ser condenado a 12 años de prisión, Schettino había sido detenido el sábado por orden de la Fiscalía por temor a que manipulara las pruebas y por el riesgo de fuga.

Equipos de psicólogos atienden a familiares y allegados de los desaparecidos, algunos de ellos sobrevivientes de la tragedia, quienes deben superar a su vez el trauma y el sentimiento de culpa.

Once personas murieron en el siniestro, de los cuales ocho ya han sido identificados: cuatro turistas franceses, un italiano, un español y dos miembros de la tripulación: un peruano y un húngaro, el violinista del crucero.

Según los datos oficiales, 26 personas están desaparecidas desde hace seis días, pero en esa lista hay que incluir a los cuerpos que aún no han sido identificados.

Las inmersiones de los buzos en el navío se dificultan por el viento y las olas que azotan la isla y ponen en peligro la estabilidad del crucero, que corre el riesgo de deslizarse hacia al cercano precipicio de unos 70 metros.

Paralelamente a las búsquedas, se preparan las tareas de extracción de unas 2.400 toneladas de carburante, cuya presencia hace temer un desastre ecológico en uno de los parques marinos más protegidos del Mediterráneo.