Moscú. EFE. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, completó ayer el reparto de poder con su primer ministro, Dmitri Medvédev, al cederle a este la dirección del partido del Kremlin, desacreditado por las denuncias de fraude electoral.
“Hemos trabajado juntos durante largos años. Rusia Unida es mi principal socio y aliado. Una fuerza que está dispuesta a utilizar todo su potencial para construir un país libre, fuerte y floreciente”, afirmó Putin durante el congreso federal de RU, partido oficialista.
Los casi 700 delegados de Rusia Unida (RU) aprobaron unánimemente la candidatura de Medvédev, como es tradición en una formación que ha sido comparada con el Partido Comunista de la Unión Soviética por su estricta disciplina partidista y monopolio del poder.
De esta forma, Putin ostenta la jefatura del Kremlin, lo que incluye la política exterior, la defensa y las fuerzas de seguridad, mientras su “protegido” presidirá el Gobierno y el partido.
En su discurso de aceptación, Medvédev prometió una revolución democratizadora en RU con el fin de regenerar su imagen y recuperar su tirón electoral, misión imposible, según la oposición. Para lograr dicho objetivo, planea apoyarse en la “gente sencilla”.
Los analistas consideran que en esta versión 2.0 del rígido sistema instaurado por Putin, el poder político estará en el Kremlin, mientras el Gobierno será un mero instrumento de gestión, cuya supervivencia dependerá de la crisis.
“ El poder está donde está Putin. A él no le gusta soltar las riendas, más aún en la actual situación”, dijo Alexéi Kudrin, extodopoderoso ministro de Finanzas destituido a finales del pasado año por su oposición al aumento del gasto en defensa.