Washington
El secretario de Estado, Rex Tillerson, defendió los "valores estadounidenses" el domingo después de que un comité de la ONU criticó la respuesta oficial de Washington a la violencia racista, pero negándose a hablar por el presidente Donald Trump.
Trump despertó mucha rabia a comienzos de mes cuando sugirió que ambas partes eran culpables de la violencia surgida en una protesta en Charlottesville, Virginia, en la que una mujer murió cuando un supremacista blanco embistió con su auto a un grupo de manifestantes antirracistas.
El presidente dijo que había "gente muy buena" en "ambos lados" de la protesta, que comenzó cuando un grupo de jóvenes neonazis se reunió a proteger la estatua de un general confederado, bando que defendió la esclavitud durante la guerra civil estadounidense.
La respuesta de Trump fue celebrada por grupos nacionalistas, pero también obtuvo duras críticas en el espectro político local y -gracias a la intervención de un comité antirracista de la ONU- también en otras partes del mundo.
Preguntado en Fox News el domingo sobre si la posición de Trump ha hecho más difícil a la diplomacia estadounidense promover sus valores en el mundo, Tillerson habló por su Departamento de Estado.
"Representamos al pueblo estadounidense, su compromiso con la libertad y tratamiento igualitario a las personas en todo el mundo, ese mensaje nunca ha cambiado", aseguró.
Presionado a contestar si Trump había dejado de lado ese mensaje, Tillerson dijo: "No creo que nadie dude de los valores del pueblo estadounidense o del compromiso del Gobierno de Estados Unidos o de las agencias del Gobierno en defender esos valores".
Pero ante la pregunta: "¿Y los valores del presidente?", Tillerson contestó: "El presidente habla por sí mismo".
Relación con Pionyang. En esa misma entrevista, el secretario de Estado fue consultado sobre la crisis con Corea del Norte, que el sábado disparó tres misiles de corto alcance en el mar de Japón en medio de las crecientes tensiones entre Pionyang y Washington.
Tillerson consideró que fue "un acto provocador contra Estados Unidos y nuestros aliados", que además "constituye una violación a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU".
Sin embargo, indicó que Washington continuará con su campaña de "presión pacífica" sobre el régimen de Kim Jong-un. "Trabajar con aliados, trabajar con China también, para ver si podemos llevar al gobierno de Pyongyang a la mesa de negociación para comenzar un diálogo sobre un futuro diferente para la península de Corea y para Corea del Norte", declaró.