Presos centroamericanos viven en ‘bodegas humanas’

Cárceles están colapsadas en medio de trato insalubre y mala alimentación

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San Salvador. AFP y Redacción. El hacinamiento convirtió las cárceles de Centroamérica en “bodegas humanas”, un fenómeno generado por los enfoques represivos del ataque a la delincuencia y que ahora obliga a los gobiernos a millonarias inversiones para ampliar la obsoleta infraestructura.

Una población total de 92.565 internos, según los registros oficiales, tiene colapsadas las 114 cárceles del Istmo, donde predominan las condiciones de insalubridad, la deficiente asistencia jurídica, la ineficiente atención médico, psicológica y alimentaria, entre otras falencias.

“Los Estados se quedaron a reprimir delitos en lugar de prevenirlos. El hacinamiento es impresionante e impide la resocialización en esos recintos convertidos en bodegas humanas”, declaró el criminólogo Omar Flores, de la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (Fespad) de El Salvador.

El panorama carcelario, según Flores, es “más preocupante” en el Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras), donde con la “remilitarización” de la seguridad se reprimen los delitos con encarcelamientos masivos.

La infraestructura carcelaria de la región fue construida mayoritariamente en el siglo pasado con capacidad para albergar a unos 45.000 internos, pero la realidad ha desbordado ampliamente las previsiones.

La superpoblación es fuente de constantes reyertas, fugas, motines, incendios y otras situaciones que suelen tener desenlaces trágicos.

En tal sentido, Honduras tiene el récord de la región: entre el 2011 y el 2012, el Comisionado Nacional de Derechos Humanos registró la muerte de 419 presos, de los cuales 362 fallecieron en un incendio en la granja penal de Comayagua , el 14 de febrero de 2012.

Dado los bajos presupuestos, la alimentación de la población reclusa en Centroamérica es deficiente. Así, en Honduras la tarea de proveer alimentos recae en los familiares de los mismos internos.

Mientras Costa Rica destina a las cárceles unos 197 millones de dólares, los presupuestos del resto de los países del Istmo son más exiguos: Guatemala invierte 66,6 millones de dólares, Panamá 34,5 millones de dólares, El Salvador 32 millones, Honduras 18,5 millones y Nicaragua 10,7 millones.

La lentitud con que operan los rebasados tribunales para depurar procesos y emitir sentencias también contribuye al hacinamiento.

En mora judicial, Panamá lidera la región con el 63% de los 14.990 presos aún sin condena, seguido por Honduras (60%), Guatemala (48,8%), El Salvador (24,2%) y Costa Rica (23%).

Medidas. En El Salvador, el director de Centros Penales, Rodil Hernández, dijo que para salir al paso de la crisis se impulsa un “plan de reducción del hacinamiento” que incluye la construcción de nuevas cárceles con un préstamo de 71 millones de dólares.

Panamá construye una “megacárcel” denominada La Nueva Joya para 5.536 internos y una cárcel para mujeres en un terreno de 35,7 hectáreas en Pacora, al este de la capital, así como otra en Chiriquí.

Las autoridades de Guatemala aseguran que planean construir cuatro cárceles de máxima seguridad, mientras que en Honduras se afina la negociación para construir una para 4.000 internos.

Nicaragua espera construir una cárcel de “alta seguridad” con 7,2 de los 9,2 millones de dólares que les fueron incautados en el 2012 a capturados que se hicieron pasar por miembros de la televisora mexicana Televisa.