Náufrago salvadoreño deja las islas Marshall e inicia el regreso a casa

Presidente despidió a Alvarenga, que agradeció apoyo al pueblo de las Islas

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Washington. EFE y AP. El náufrago salvadoreño José Salvador Alvarenga dejó ayer las Islas Marshall para iniciar el camino de regreso a su país y reunirse con sus familiares luego de haber pasado, según su relato, más de un año a la deriva en el océano Pacífico.

El propio presidente de Islas Marshall, Christopher Loeak, acudió al aeropuerto de Majuro, la capital, a despedirlo.

“Gracias por su apoyo y el apoyo de su pueblo”, dijo en voz baja José Salvador Alvarenga, de 37 años, hablando en español. Ya afeitado y caminando sin ayuda en el aeropuerto, agregó: “Estoy muy bien”.

Unas 50 personas –entre autoridades, voluntarios, periodistas y otros– se congregaron en el aeropuerto para la despedida. Estaba volando primero a Hawái y luego a El Salvador, donde se reunirá con su familia.

La primera vez que Alvarenga apareció en público hace una semana, cuando saludó a cientos de simpatizantes en Majuro, tenía un aspecto tan vivaz que muchos pusieron en duda su relato.

Sin embargo, se vio mucho más débil el jueves durante una breve aparición pública en un hotel y tuvo que ser asistido en la sala por dos personas.

Su familia en El Salvador ha hablado con él por teléfono desde que se conoció su aventura. Su hija de 14 años, Fátima, dijo la semana pasada que no recuerda haber visto a su padre nunca, pues él salió de El Salvador cuando la menor tenía un año de edad.

Alvarenga, un humilde pescador que se pasó más de un año a la deriva en el Pacífico y sobrevivió a base de peces, aves y tortugas, zarpó de México a finales de 2012 en una expedición para pescar tiburones en aguas de El Salvador. Iba junto con un compañero que, según su versión, murió unos meses después en altamar.

El dúo partió en una embarcación de siete metros para un viaje que se torció por culpa de una tormenta que los alejó de la costa y los dejó a la deriva en el Pacífico.

El 30 de enero de 2014, el barco reapareció en un arrecife ubicado cerca de Ebon, un remoto atolón de las Islas Marshall, donde los lugareños encontraron a Alvarenga y tuvieron problemas para comunicarse con él porque solo hablaba español.

Según contó a CNN, Alvarenga llegó al límite de sus fuerzas a la isla de Ebon en su barcaza con un pájaro atado por una pata, posiblemente para servirle de plato en una de sus frugales comidas.

A su llegada a la isla, visiblemente desesperado, un niño ayudó a Alvarenga con sus pocos rudimentos del español aprendidos en Dora la exploradora para explicar su odisea mientras comía a dos manos las tortitas que le habían ofrecido.