Barricadas incendiadas, adoquines arrancados, gases lacrimógenos... París es un caos

Movimiento de los ‘chalecos amarillos’ sigue protestando contra alza en combustibles y pérdida del poder adquisitivo en Francia

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París. Barricadas incendiadas en plena calzada, manifestantes arrancando adoquines, cañones de agua de la Policía, gases lacrimógenos..., los Campos Elíseos de París fueron este sábado el escenario caótico de nuevas protestas de miles de “chalecos amarillos”.

Por la mañana, grupos de “chalecos amarillos”, el movimiento social contra el alza de los combustibles y la pérdida de poder adquisitivo en Francia, convergieron en la capital.

Cerca de 106.000 personas manifestaron en toda Francia, 8.000 de ellas en París, según informó el Ministerio de Interior. El sábado pasado sumaron, según el ministerio, 282.000 en todo el país-

La jornada estuvo marcada por el intercambio de acusaciones políticas. El gobierno atribuyó esta violencia a “la ultraderecha”, en tanto los partidos de la oposición, tanto de derecha como de izquierda, respondieron criticando al gobierno de querer reducir el movimiento a una expresión de violencia y el hacer oídos sordos a las reivindicaciones de los manifestantes.

“Vergüenza la de aquellos que violentaron a otros ciudadanos y periodistas (...) No hay lugar para esta violencia en la República”, escribió en Twitter el presidente francés al terminar la jornada de protestas.

El movimiento social de los “chalecos amarillos”, que cuenta con un amplio apoyo popular, denuncia el alza de los combustibles y la pérdida de poder adquisitivo en Francia.

El Ministerio de Interior dio cuenta de 19 heridos, cuatro de ellos entre las fuerzas de seguridad, frente a los 106 de la semana anterior, añadió la misma fuente. Hubo 130 personas detenidas, 42 de ellas en París, añadió.

Epicentro del caos

La avenida de los Campos Elíseos en París, donde las autoridades no habían dado permiso para manifestar, fue el principal escenario de los incidentes de la jornada.

La avenida estaba cortada por los manifestantes que arrojaron proyectiles, montaron barricadas y quemaron mobiliario urbano, mientras la Policía antidisturbios intentaba hacerlos retroceder con gases lacrimógenos y camiones hidrantes.

Los bomberos intervinieron para apagar las barricadas incendiadas, de las que salía una espesa humareda negra que se mezclaba con la nube de gases lacrimógenos.

La calma regresó al centro de la capital a primera hora de la noche.

Numerosas acciones pacíficas, como manifestaciones, bloqueos en carreteras y en zonas comerciales, se llevaron a cabo en casi toda Francia, en el marco de esta segunda jornada de movilización, una semana después del comienzo de este movimiento.

“Me manifiesto tanto por mi abuela, que está jubilada, como por el futuro de mi hijo de tres años”, declaró Mickael, un “chaleco amarillo” del este de Francia, que participaba en una operación de “peaje gratuito” en la autopista.

En París, excepto por la conducta de un grupo duro de manifestantes, la protesta quiso mostrarse pacífica.

“No estamos aquí para derribar policías, hemos venido para que el gobierno nos escuche, que escuche a su pueblo. Aquí no queremos política, ni sindicato. Denunciamos la violencia de los pseudomanifestantes”, manifestó Laetitia Dewalle, de 37 años, una de las portavoces de los “chalecos amarillos”.

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Este “acto 2” no tuvo tanto éxito como la movilización del sábado pasado, cuando cerca de 300.000 personas bloquearon carreteras y lugares estratégicos por todo el país, seguidos por una semana de bloqueos que fueron perdiendo intensidad.Los incidentes del sábado provocaron las reacciones de los políticos.

El ministro del Interior, Christophe Castaner, culpó de la violencia a la líder de la extrema derecha francesa, Marine Le Pen, y afirmó que “sediciosos” respondieron a su llamado a desfilar por los Campos Elíseos.

Le Pen rechazó estas acusaciones, afirmando que ella nunca había llamado a la violencia y tras la jornada de protestas constató en su cuenta Twitter que el gobierno no tenía respuesta a los reclamos de los manifestantes.

“Castaner quisiera que la manifestación de los Gilets Jaunes (chalecos amarillos) sea de extrema derecha y poco numerosa. La verdad es que es la manifestación masiva del pueblo”, reaccionó en Twitter Jean-Luc Mélenchon, el jefe de filas de Francia Insumisa (izquierda radical).

Movimiento fuerte

El movimiento puede contar por ahora con un amplio apoyo de los franceses. Según un sondeo del Instituto BVA, un 72% aprueba las reivindicaciones de los “chalecos amarillos”, indignados por el aumento de los combustibles.

Queda por saber si esta movilización cambiará la política de Macron, centro de la ira de los manifestantes, que corearon eslóganes como “Macron, dimisión” y “Macron, devuelve el dinero”.

Macron, de momento, no parece dispuesto a variar el ritmo de sus reformas para “transformar” Francia, o renunciar al alza del precio de los combustibles, todo ello en aras de “mantener el rumbo en favor de la transición ecológica”. Sin embargo, según los medios franceses, podría anunciar el martes nuevas medidas destinadas a las familias más modestas para evitar el riesgo de una “fractura” social.

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