Julian Assange, el pirata informático

Su nombre ha estado ligado a la polémica en los últimos años

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Londres. Julian Assange, a quien Ecuador acaba de conceder la ciudadanía, pasó de pequeño pirata informático a azote de Washington o Madrid, ganándose fama de héroe libertario o de villano al servicio de Moscú, según las diferentes perspectivas.

Tras pasar más de cinco años encerrado en la Embajada ecuatoriana en Londres escapando de una extradición a Suecia, Quito anunció este jueves que le había concedido la nacionalidad.

La idea era darle pasaporte diplomático y la consiguiente inmunidad, pero Londres ya avisó de que no le reconocerá ese rango.

Originalmente australiano, su reclusión en el edificio de la legación en el barrio de Knightsbridge hizo que su estrella y protagonismo se fueran apagando, hasta su intervención en las elecciones estadounidenses de noviembre del 2016 y en el proceso independentista catalán de octubre del 2017.

En ambos casos, el Gobierno ecuatoriano tuvo que recordarle que no podía entrometerse en asuntos de terceros desde su sede diplomática, pero, antes, su organización Wikileaks cambió quizás el signo de las elecciones estadounidenses al publicar miles de mensajes secretos de la campaña de la candidata demócrata estadounidense,Hillary Clinton.

En el caso catalán, se puso del lado de los independentistas y contra el gobierno central de Mariano Rajoy, dando gran eco, por ejemplo, a imágenes de la respuesta policial al referéndum de independencia del 1.° de octubre.

La campaña de Clinton acusó a WikiLeaks de estar difundiendo “propaganda rusa”, pero Assange negó estar al servicio de Moscú: “WikiLeaks ha publicado más de 800.000 documentos relacionados con Rusia o (su presidente Vladimir) Putin, y la mayoría son críticos”, se defendió.

WikiLeaks, creada poco antes como una organización sin ánimo de lucro, saltó a la fama en el 2010 con la difusión de un video en que se veía a un helicóptero estadounidense jugando al blanco con civiles en Afganistán.

Le siguieron cientos de miles de documentos oficiales confidenciales, desde mensajes militares a cables de embajadas, a veces ridiculizando a mandatarios locales.

Gran parte de ese material se lo suministró Chelsea Manning -soldado estadounidense Bradley Manning, antes de su cambio de sexo de hombre a mujer-, que acabó condenada a 35 años de cárcel, pero que salió de la cárcel en el 2017 tras 7 años, indultada por el anterior presidente, Barack Obama.

Assange, de cabellos canos y expresión sobria, esgrime a veces una media sonrisa sarcástica, entró en la Embajada ecuatoriana de Londres el 12 de junio del 2012, cuando agotó los recursos para no ser extraditado a Suecia, donde era sospechoso de varios delitos sexuales contra dos mujeres.

El australiano siempre temió que Suecia fuera solamente una escala hacia un destino final en Estados Unidos, cuyo gobierno estaría deseando echarle el guante.

Desde Australia

Julian Assange nació el 3 de julio de 1971 en Townsville, en el estado australiano de Queensland (noreste).

Su madre es Christine Ann Assange, una artista que se separó del padre de Julian antes de que naciera.

En sus primeros 15 años, el muchacho vivió en más de 30 ciudades australianas diferentes antes de establecerse en Melbourne.

Alumno inteligente, estudió Matemáticas, Física e Informática en la universidad, sin llegar a licenciarse.

Lo sedujo entonces la piratería informática, y llegó a penetrar en las páginas web de la NASA y el Pentágono con el seudónimo de Mendax.

Fue en esa época cuando tuvo a su hijo Daniel, cuya custodia se disputó luego con la madre. Se sabe que tiene otro hijo más viviendo en Francia.

Con la notoriedad de WikiLeaks, se lo saludó como a un genio informático y un mesías libertario. El hombre más peligroso del mundo, se titulaba una biografía suya.

Pero rápidamente, arreciaron las críticas. Las autoridades lo acusaron de poner en peligro las vidas de agentes de inteligencia, y algunos viejos amigos y colaboradores lo describieron como egocéntrico, obsesivo y paranoico.

“La habitación en la que Assange ha pasado más de cinco años está dividida en una oficina y una sala de estar, con una cinta para hacer ejercicio, una ducha, un horno microondas y una lámpara de luz solar.

Hay unos balcones a los que Assange se asomó en pocas ocasiones, temeroso por su seguridad. “Es como vivir en una estación espacial”, dijo Assange en una ocasión. Su amigo Vaughan Smith fue más allá: es una “existencia miserable”.