El largo camino a la libertad de Chelsea Manning

La soldado transexual, encerrada desde el 2010 y sentenciada por filtrar información clasificada del ejército estadounidense, verá la libertad en solo 120 días.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

“Hello, hello, baby. You call, I can't hear a thing”, susurraba Bradley Manning frente a una computadora dentro de una base militar estadounidense cerca de Bagdad, capital de Irak.

Cantaba para calmar los nervios. El muchacho, de 22 años, estaba cometiendo un crimen por el que más tarde tendría que pagar una sentencia que lo llevaría, en dos ocasiones, a intentar suicidarse.

De la computadora que tenía enfrente, Manning estaba descargando información clasificada de más de 250 embajadas de Estados Unidos en todo el mundo. En total, fueron 251.287 archivos que, en cuestión de semanas, serían filtrados por WikiLeaks y serían publicados por los periódicos más importantes del planeta.

Manning haría historia, y por eso los nervios. Para calmarlos, cantaba Telephone , canción de Lady Gaga. De Lady Gaga también era el disco compacto reescribible con el que logró engañar la vigilancia militar y diplomática de uno de los países más poderosos del mundo.

En una conversación con un hacker amigo suyo, y que fue publicada en el 2010 por The Guardian , Manning reveló cómo lo hizo: “Metía un disco reescribible que decía algo como 'Lady Gaga'; luego borraba la música y grababa los archivos comprimidos de información. Nadie sospechó nada”.

Con Lady Gaga de mi lado, quién contra mí, habrá pensado Manning mientras descargaba 1.6 gigabytes de información que comprometería al gobierno de Estados Unidos.

“A Hillary Clinton y a miles de diplomáticos más les va a dar un infarto cuando se despierten una mañana y encuentren un depósito completo de políticas internacionales disponible al público. Anarquía mundial. Será hermoso y horrible”, le dijo a su colega Adrian Lamo, un hacker y analista de datos.

Eso fue su error. Lamo consideró que la filtración de dicha información era irresponsable y peligrosa, y entregó a Manning a las autoridades.

Manning fue arrestado en mayo del 2010, y recibió su juicio en junio del 2013. Fue encontrado culpable de 22 ofensas, y se declaró culpable de 10 de ellas, incluyendo uso indebido de material clasificado.

El Coronel Denise Lind, un juez militar, declaró a Manning culpable de 20 cargos. Recibió una condena de 35 años, fue relevado sin honores del Ejército estadounidense y se le redujo al menor rango posible.

El daño, sin embargo, estaba hecho.

La gran filtración

El material que Manning consiguió pronto fue enviado a WikiLeaks, la organización internacional que publica información clasificada de fuentes anónimas, liderada por el activista australiano Julian Assange.

Y en julio del 2010 todo el mundo se enteró.

Más de 700.000 documentos, videos y cables fueron publicados a través de diversos medios de comunicación, en cuenta lo más importantes del mundo como The New York Times y The Guardian .

Durante un tiempo, las filtraciones fueron el tema más importante de la agenda mediática alrededor del orbe. Centenares de periodistas escarbaron entre las toneladas de información provenientes de WikiLeaks para llevar a los lectores la información debidamente procesada y filtrada.

Uno de las piezas más importantes fue el video Collateral Murder ( Asesinato colateral ), en el que se veía un ataque aéreo llevado a cabo por militares estadounidenses en Bagdad, el 12 de julio del 2007.

En el video se escucha a los soldados vigilando a presuntos insurgentes irakíes. Durante el video, los militares reciben el visto bueno para atacar. El resultado fueron 12 muertos, en cuenta civiles, un fotoreportero y su asistente.

El Ejército de Estados Unidos se defendió diciendo que confundió la cámara con un lanzagranadas.

Otro video más mostró un segundo ataque aéreo del ejército sobre un pueblo en Afganistán, ejecutado en mayo del 2009, en el que murieron 100 civiles.

Incluso en captividad solitaria, la obra de Bradley Manning estaba poniendo a gobiernos enteros a sudar frío, mientras los cientos de miles de cables seguían dándole la vuelta al mundo revelando detalles sucios sobre las intervenciones de Estados Unidos en Medio oriente y otros países.

Conforme las publicaciones aumentaban, la presión para la diplomacia estadounidense y sus políticos crecía. Desde entonces, la vida de Bradley Manning se convertiría en un ejercicio de paciencia: primero, para esperar su juicio; después, para esperar su libertad.

Una lucha dentro de una lucha

Bradley ya no se llama Bradley. El 22 de agosto del 2013, un día después de recibir su sentencia, el abogado de Manning envió un comunicado al Today Show anunciando que su cliente es una mujer transexual y pidió que se le reconociera por su nuevo nombre, Chelsea.

“Como parte de la transición hacia la nueva etapa de mi vida, quiero que todos me conozcan por quien soy realmente. Soy Chealsea Manning. Soy de género femenino. Dada la forma como me siento, y como me he sentido desde mi niñez, quiero comenzar terapia hormonal lo antes posible”, rezaba el comunidado. “Espero que me apoyen en esta transición”.

Durante los siguientes tres años, Manning libraría una lucha desde su aprisionamiento. La batalla por cambiar su nombre de forma legal y por recibir el tratamiento hormonal para transformar su cuerpo de acuerdo con su identidad femenina.

El tratamiento no fue aprobado sino hasta febrero del 2015, cuando se convirtió en el primer miembro del Ejército estadounidense en recibir la terapia hormonal.

Año y medio más tarde, en setiembre del 2016, el ejército aprobó una petición de Manninga para recibir cirugía de cambio de sexo. Sin embargo, en diciembre trascendió que su doctora había denegado su petición.

Mientras tanto, su salud mental se deterioró a grados alarmantes. Manning intentó suicidarse dos veces durante el año pasado –el más reciente en octubre, mientras estaba encerrada en confinamiento solitario–, además de someterse a una huelga de hambre en protesta contra el bullying que sufría de parte de las autoridades de la prisión y del gobierno de Estados Unidos.

El punto final de Obama

72 horas antes de abandonar la Casa Blanca y concluir su tiempo como cuadragésimo cuarto presidente de los Estados Unidos, Barack Obama se sacó de debajo de la manga un último truco antes de entregar las riedas del país al republicano Donald Trump.

Fue el martes cuando trascendió, como fuego en paja seca, la noticia de que Obama había commutado la sentencia de Manning, quien ahora solo deberá pasar cuatro meses más encerrada.

LEA TAMBIÉN: Soldado Chelsea Manning, que filtró información a WikiLeaks, saldrá libre en mayo

Así, gracias al acto de clemencia de Obama, Manning será liberada el 17 de mayo de este año, en lugar de en el 2045 –sus 35 años de pena fueron la mayor cantidad por un crimen de filtración de información en toda la historia de Estados Unidos–. Los cuatro meses que le restan son necesarios como parte de un período de transición y para que Manning encuentre un lugar para vivir cuando salga de prisión.

La medida, por supuesto, no ha estado huérfana de severas críticas.

Paul D. Ryan, vocero del partido republicano en el Congreso estaodunidense dijo que la medida era indignante. “El Presidente Obama deja un precedente peligroso para que quienes compromente nuestra seguridad nacional no se responsabilicen por sus crímenes”, dijo en un comunicado de prensa, de acuerdo con el New York Times .

Las réplicas del terremoto causado por el perdón concedido por Obama, sin embargo, podrían apenas estar comenzando.

Julian Assange, fundador de WikiLeaks, dijo, una semana antes de que Obama recortara la sentencia de Manning, que de darse la conmutación estaría dispuesto a viajar a Estados Unidos.

Desde hace cinco años, Assange vive en la embajada de Ecuadro en Londres, en busca de asilo político y por temor a ser extraditado a Estados Unidos, donde podría enfrentar severos casos de espionaje y filtración de información.

El futuro es, cuando menos, difícil de predecir, sobre todo porque, si Assange viaja a Estados Unidos, no tendrá enfrente a Obama sino a Donald Trump.

Para Chelsea Manning, en cambio, los días por venir solo significa ansiedad y más espera. Luego de casi siete años encerrada en prisión, finalmente el final del encierro se asoma en el horizonte, siempre bajo su consigna de que la información debería ser libre para todos.

Hoy, esa libertad está a la vuelta de la esquina.