Donald Trump llega a la Casa Blanca como abanderado de la antipolítica

El empresarioque derrotó a la clase política tradicional asume con bajo apoyo popular, en medio de protestas y dudas sobre la legilitimidad de su elección

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El empresario Donald Trump asume este viernes la Presidencia de Estados Unidos como el abanderado de quienes están hastiados de la élite política tradicional y en una investidura sin precedentes.

Durante la campaña, Trump manejó un discurso populista, xenófobo y antisistema que caló en los ciudadanos descontentos y cansados del establishment.

Resultó elegido presidente el 8 de noviembre con una amplia mayoría del voto electoral –aunque perdió el voto popular– para sorpresa de muchos y contra los pronósticos de los medios de comunicación y de las firmas encuestadoras que auguraban su derrota y un triunfo indiscutible de su rival Hillary Clinton.

¿Cómo logró un multimillonario sin experiencia política ganar las elecciones de Estados Unidos? Trump supo leer la frustración de muchos ciudadanos y la fórmula le funcionó.

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"Se nombró a sí mismo la voz de los ciudadanos cansados, enojados y de los estadounidenses que no tenían voz,y supo entender perfectamente su frustración, aunque nos resulte difícil de entender que un multimillonario, empresario, con una torre de oro en la Quinta Avenida de Nueva York se fije en la voz de los más dañados o de los trabajadores que peor la están pasando", explica a La Nación Dori Toribio, reportera especializada en política y corresponsal en Washington.

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La idea de postularse como candidato presidencial merodeaba a Donald Trump desde los años 80. El magnate, reconocido por ser propietario de hoteles y por su vínculo con el concurso Miss Universo, concretó sus intenciones en julio del 2015 cuando anunció que participaría desde el ala republicana en la contienda electoral por la Casa Blanca. Y desde entonces ha agitado las aguas.

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A partir de este viernes, Trump, de 70 años, se convertirá en el 45°. mandatario de Estados Unidos, pero su toma de posesión ocurre en condiciones poco usuales: asume envuelto en cuestionamientos sobre la legitimidad de su elección, en medio de dudas acerca de la titularidad de las empresas que le pertenecen, tiene el respaldo popular más bajo de un presidente recién electo en los últimos 40 años y es blanco de un boicot por parte de los congresistas demócratas, lo que refleja la fuerte polarización en Washington.

Siempre polémico

Como si la polémica fuera inherente a su naturaleza, desde que concedió el primer discurso al anunciar su candidatura, su retórica fue provocadora. En esa ocasión atacó a México y mencionó la construcción del muro fronterizo, iniciativa que mantiene como promesa prioritaria de gobierno.

Una de las últimas controversias ha puesto en entredicho la legitimidad de su elección como mandatario. Las agencias de inteligencia estadounidenses concluyeron a inicios de enero que el presidente ruso, Vladimir Putin, y su gobierno buscaron ayudar a Trump a ganar las elecciones presidenciales al desprestigiar a su rival con ataques cibernéticos.

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En el informe presentado sostienen que Putin "ordenó una campaña de influencia contra la elección presidencial en Estados Unidos".

También se relacionó a Rusia con el hackeo de los correos electrónicos de altos dirigentes del Partido Demócrata y del jefe de la campaña presidencial de Clinton, John Podesta.

El asunto de la injerencia de Rusia en la campaña electoral ha motivado a congresistas demócratas a deslegitimar la elección del republicano. Al menos 52 legisladores afirmaron que boicotearán la ceremonia de investidura como muestra de apoyo al congresista John Lewis, ícono de la lucha por los derechos civiles, quien fue el primero en anunciar su ausencia del acto.

Trump también abrió nuevos frentes de batalla con China, así como con el sector empresarial de Estados Unidos.

Los roces con Pekín llegaron luego de que aceptó hablar por teléfono con la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, que llamó al magnate para felicitarlo. Más tarde, amenazó con no respetar la política de una sola China –el reconocimiento diplomático de Pekín y no de Taipéi– si China no hacía concesiones en áreas como el comercio.

Washington cortó relaciones diplomáticas con la isla en 1979.

Asimismo, el presidente electo aumentó las presiones sobre las grandes empresas estadounidenses para que devuelvan al país sus plantas de producción o ensamblaje con propósito de crear puestos de empleo.

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Tal es el caso de Ford, la cual canceló un plan por $1.600 millones para construir una nueva planta en México. Trump también amenazó a Toyota que había anunciado la construcción de su planta número 15 en América del Norte, con una ensambladora en Guanajuato, México, además de la instalación que ya posee en Tecate, Baja California, en la frontera con Estados Unidos.

Poco apoyo

Pese a que al comenzar un mandato los presidentes cuentan con altos índices de popularidad, Trump es parte de la excepción y no de la regla. De acuerdo con una encuesta publicada esta semana por The Washington Post y ABC, el próximo mandatario tiene apenas una aprobación del 40%. En tanto, Obama en el 2009 contaba con 84% de respaldo cuando asumió y George W. Bush con 61% de la opinión favorable de los estadounidenses.

"Estos periodos de transición son como lunas de miel para los candidatos que han ganado las elecciones, porque llegan con los aplausos, la popularidad por las nubes y relevando a otros mandatarios que podrían estar desgastados", dice Toribio.

Sin embargo, la mayoría de estadounidenses cree que él podrá recuperar los empleos perdidos en zonas que aún padecen los efectos de la crisis económica del 2008.

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Otro asunto que debe aclararse es lo que pasará con el manejo de las empresas de Trump. La Oficina de Ética del Gobierno de Estados Unidos emitió un informe sobre el conflicto de intereses que representa el plan del empresario de pasar el control de las entidades a sus hijos, pero no la titularidad.

Trump reveló que tiene posesiones en unas 500 empresas en al menos 25 países.

Para este viernes se espera que al menos 800.000 personas tomen las calles de Washington, en las cercanías del Capitolio, donde se llevará a cabo ceremonia de investidura.

Además, se prevé múltiples manifestaciones a favor y en contra del nuevo presidente. Hasta ahora, las autoridades han concedido cerca de 22 permisos para protestas.

Vínculo difícil

La relación entre Trump y la prensa es otra arista que ha sido complicada desde que inició la campaña electoral.

A partir del momento en que el presidente resultó elegido, ha ofrecido solo una conferencia de prensa, la cual empezó atacando al sitio BuzzFeed News por publicar lo que considera un informe no veraz que sugiere que Rusia tenía información comprometedora sobre él. Criticó a la cadena CNN por las mismas alegaciones e insultó al periodista de este canal.

Según la agencia AFP, el equipo de Trump ha insinuado que podría sacar de la Casa Blanca a algunos reporteros y tomar determinadas medidas para restringir el acceso de los medios de comunicación a la nueva administración.

Su aliada ha sido la red social Twitter, desde la cual emite declaraciones casi a diario.

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"Tenemos que empezar a preguntarnos cómo vamos a hacer para cubrir estos mensajes para hacerlo de manera justa y lo más periodísticamente posible y siempre balancear la información, no solo cubrir lo que dice Donald Trump en Twitter", manifiesta Toribio.

La elección de Trump evidencia un viraje en los comicios presidenciales estadounidenses. El analista político Constantino Urcuyo considera que la llegada del empresario al poder refleja un reemplazo de la vieja estructura del Partido Republicano y, que a su vez, desplazó el ímpetu de la derecha religiosa en esta agrupación.

Pocos creían que podría lograrlo, pero su ascenso fue vertiginoso. Queda por ver cómo logrará impulsar sus propuestas.

El mérito de Trump radica en haber leído el panorama y lanzar su candidatura en el momento justo. Su mensaje tuvo eco en medio de una actualidad que se muestra inestable, donde hay mucho temor por el terrorismo y los cambios sociales.

Por ahora, su llegada a la Casa Blanca da paso a una nueva era para un Estados Unidos que se abre a la incertidumbre.