Continúa el rechazo a la nueva candidatura del presidente de Argelia

Una manifestación en la capital, este viernes, fue la más grande registrada hasta ahora

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Argel. Una marea humana desfiló el viernes en el centro de Argel por tercer viernes consecutivo para protestar contra un quinto mandato de Abdelaziz Buteflika, a pesar de las advertencias lanzadas por el presidente, quien no quiere ceder y mantiene su candidatura a las elecciones de abril.

La movilización, inmensa y difícil de evaluar en cantidad, fue claramente superior a las otras manifestaciones en Argel, que ya eran impresionantes.

En el centro de la capital, la plaza de la Grande Poste, en donde se encuentra el edificio emblemático de la oficina central de correos del corazón de la capital argelina, estaba repleta de gente, así como una de las principales arterias de Argel que desemboca en ella y las calles de los alrededores.Las manifestaciones coinciden con las celebraciones del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

Muchas mujeres estaban entre los manifestantes.

Tras el fin de la oración del viernes, la gente siguió llegando a la gran plaza. No se señalaron incidentes. La Policía se limitó a observar. Varias camionetas policiales tuvieron que evacuar la plaza por la gran marea humana que se concentró allí.

Las manifestaciones anteriores fueron todas pacíficas, máxima de esta protesta que comenzó el 22 de febrero, con la excepción de algunos enfrentamientos entre pequeños grupos y la Policía en Argel.

En otras ciudades del país también se llevan a cabo manifestaciones masivas y pacíficas, como en Orán y Constantina, segunda y tercera urbes de Argelia, según el sitio de información TSA que hizo referencia también una multitud “impresionante” en Bugía, en la región de Cabilia.

Los argelinos no hicieron caso a las advertencias que formuló Buteflika, de 82 años, el jueves.

El mandatario, quien presentó su candidatura para un quinto mandato, se encuentra hospitalizado en Suiza desde hace más de diez días y su regreso al país aún no fue anunciado.

En su mensaje en ocasión del 8 de marzo, Butlfik, presentado por sus partidarios como el garante de la paz en el país, agitó el espectro del “caos” y denunció, sin nombrarlos, a los enemigos “insidiosos” del “interior y el exterior”, y los que “conspiran” contra Argelia.

Pulso político

Buteflika, disminuido por un accidente cardiovascular que tuvo en el 2013, reafirma que no planea renunciar a su candidatura para un quinto mandato en la presidencial del 18 de abril.

Pero la calle tampoco parece ceder, a pesar del llamado del presidente a evitar una “tragedia nacional”, alusión a la sangrienta guerra civil de 1992 al 2002.

Peligros a los que aluden los partidarios del presidente desde que comenzaron las protestas inéditas desde la primera elección de Buteflika en 1999.

Pero aunque las manifestaciones están prohibidas en la capital desde el 2001, casi cada día se producen protestas en Argel desde el inicio del movimiento el 22 de febrero, algo insólito desde la primera elección de Buteflika al frente del Estado, en 1999.

No obstante, el entorno presidencial y los dirigentes “no van a ceder, y tampoco nosotros cederemos” dijo el jueves por la noche un taxista. En efecto los argelinos hablan ahora sin tapujos de su movilización, de su hartazgo y de su participación en las manifestaciones.

En las redes sociales, la etiqueta Mouvement_du_8_Mars (movimiento del 8 de marzo) se ha extendido en los últimos días, exhortando a una movilización masiva en las grandes ciudades de Argelia.

Igualmente circulan los “18 mandamientos de los manifestantes del 8 de marzo”, recordando el carácter pacífico de la movilización, y exhortando a los manifestantes a hacer del viernes “un día de fiesta” en el que imperen “el amor, la fe, las banderas argelinas y las rosas”.

En Argel se organizan además en las redes sociales grupos de “brazaletes verdes”, voluntarios que se ocupan de orientar y vigilar a los participantes, para evitar incidentes, o dar los primeros auxilios en caso de lanzamiento de gases lacrimógenos, además de limpiar la vía pública tras la manifestación.